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El Día Online
El ideal pansófico y los desafíos del siglo XXI
La utopía de llevar el conocimiento a todas las personas, sin distinción, fue formulada por el pedagogo Juan Comenio en Europa en el siglo XVII. Desde entonces la educación ha sido vista como palanca de progreso individual y social.
Hablar de educación en Occidente es hablar de Jan Amos Comenio, el filósofo checo que combatió el sistema católico medieval de enseñanza y fue padre del ideal pansófico según el cual hay que enseñar “todo a todos”.
Considerado el pionero de la pedagogía, el autor de “Didáctica Magna” y ferviente protestante, Comenio quería que la educación se generalizara, se tornara universal, de suerte que el conocimiento pudiera ser compartido por cada ser humano.
Enseñar “todo a todos” implicaba incluir a todos los que estaban alejados en ese entonces de la educación, desde los que padecían deficiencias mentales hasta las niñas.
En un contexto de alza del protestantismo, que postulaba el “libre examen” de las Escrituras, y el ascenso de la burguesía comercial en Europa, este ferviente cristiano perteneciente al grupo religioso Hermanos Bohemios defendía el acceso irrestricto a la lecto-escritura y al cálculo, para que todos pudieran leer la Biblia y comerciar.
La utopía comeniana se ha mantenido a lo largo del tiempo entre quienes creen que la educación es el gran instrumento de transformación individual y social, una tesis que viene siendo respaldada por trabajos académicos.
Al respecto Theodore Schultz fue el primer investigador que conceptualizó a la educación como una forma de inversión, en contraposición a quiénes la consideraban un gasto.
Sus trabajos demostraron, por vez primera, que la educación conduce a las personas a mejorar su nivel de renta y su nivel de bienestar. Esta tesis le valió a Schultz el Premio Nobel de Economía en 1979.
James Heckman, otro nobel de Economía, realizó estudios empíricos que demostraron, por ejemplo, que invertir en la educación infantil es la mejor estrategia contra el crimen.
El investigador sostiene que hay una correlación entre desarrollo infantil y criminalidad. “El mayor retorno para cada dólar invertido en todos ellos (niños) se ve en la reducción de crímenes y la creación de un ambiente alentador para ellos”, dice.
A principios del año 2000, Heckman comenzó a analizar datos del Proyecto Preescolar Perry, un experimento social que cambió la vida de sus participantes. Al final llegó a la conclusión que los niños varones se beneficiaron mucho del programa porque ellos tienen más posibilidades de entrar en el mundo del crimen.
“La gente ignora eso, pero es importantísimo. Es por eso que estos programas son tan exitosos para los hombres. Es una estrategia anticrisis. Aunque solo fuera por eso, deberían ser tomados en serio como política pública”, afirma Heckman.
Distintos trabajos científicos avalan la idea de que la educación tiene un efecto directo sobre la vida de las personas y sobre la sociedad en su conjunto, que fue la intuición básica que alimentó el ideal pansófico de Comenio en el siglo XVII
Se considera que el fracaso escolar y el abandono de la escuela son un escollo por su impacto negativo en las familias, en el nivel de bienestar y en la cohesión social.
La poca formación, además, lastra la economía de los países, no les permite avanzar en la línea de la sociedad del conocimiento, donde la riqueza depende más de las habilidades cognitivas de sus habitantes que de los recursos naturales.