6. ¿Qué sucedió cuando Yuche se vio viejo?
LOS TIKUNAS PUEBLAN LA TIERRA
Yuche vivía desde siempre, solo en el mundo. En compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer la tierra. A través de ellos, se daba cuenta que el mundo vivía y de que la vida era tiempo y el tiempo… muerte. No existía en la tierra sitio más bello que aquel donde Yuche vivía: era una pequeña choza en un claro de la selva y muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina. Todo era tibio allí; ni el calor ni la lluvia entorpecían la placidez de aquel lugar. Dicen que nadie ha visto el sitio, pero todos los Tikunas esperan ir allí algún día. Una vez, Yuche fue a bañarse al arroyo, como de costumbre. Llegó a la orilla y se fue introduciendo en el agua hasta que estuvo casi enteramente sumergido. Al lavarse la cara, se inclinó hacia adelante, mirándose en el espejo del agua, por primera vez notó que había envejecido. El verse viejo le entristeció profundamente: -Estoy ya viejo…y solo. ¡Oh!, si muero, la tierra quedará más sola todavía. Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embargaban ahora de infinita melancolía. Yendo en camino, sintió un dolor en la rodilla, como si lo hubiera picado algún insecto; no pudo darse cuenta, pero pensó que había podido ser una avispa. Comenzó a sentir que un pesado sopor lo invadía. -Es raro como me siento. Me acostaré tan pronto llegue. Siguió caminado con dificultad y, al llegar a su choza, se recostó, quedando dormido. Tuvo un largo sueño. Soñó que mientras más dormía, más se envejecía y más débil se ponía, y que de su cuerpo agónico se proyectaba otros seres. Despertó muy tarde, al otro día. Quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió. Entonces, se miró la inflamada rodilla y notó que la piel se había vuelto transparente. Le apareció que algo en su interior se movía. Al acercar más los ojos, vio con sorpresa que, allá en el fondo, dos minúsculos seres trabajaban; se puso a observarlos. La figura era un hombre y una mujer: el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro.
Intrigado, Yuche le preguntó: ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí? Los seres levantaron la cabeza, lo miraron, pero no respondieron y siguieron trabajando. Al no obtener respuesta, hizo un máximo esfuerzo para, pero cayó ponerse de pie sobre la tierra. Al golpearse la rodilla se reventó y de ella salió los pequeños seres que empezaron a crecer rápidamente, mientras el moría. Cuando terminaron de crecer, Yuche murió. Los primero Tikunas se quedaron por algún tiempo allí, donde tuvieron varios hijos; pero más tarde se marcharon, porque querían conocer más tierras y se perdieron. Muchos Tikunas han buscado aquel lugar, pero ninguno lo ha encontrado. Mito colombiano anónimo.
Respuestas
Respuesta:
Al lavarse la cara, se inclinó hacia adelante, mirándose en el espejo del agua, por primera vez notó que había envejecido. El verse viejo le entristeció profundamente: -Estoy ya viejo…y solo. ¡Oh!, si muero, la tierra quedará más sola todavía. Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza.
es esta parte :
Soñó que mientras más dormía, más se envejecía y más débil se ponía, y que de su cuerpo agónico se proyectaba otros seres.. Al acercar más los ojos, vio con sorpresa que, allá en el fondo, dos minúsculos seres
Explicación:
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LOS TIKUNAS PUEBLAN LA TIERRA
Yuche vivía desde siempre, solo en el mundo. En compañía de las perdices, los paujiles, los monos y los grillos, había visto envejecer la tierra. A través de ellos, se daba cuenta que el mundo vivía y de que la vida era tiempo y el tiempo… muerte. No existía en la tierra sitio más bello que aquel donde Yuche vivía: era una pequeña choza en un claro de la selva y muy cerca de un arroyo enmarcado en playas de arena fina. Todo era tibio allí; ni el calor ni la lluvia entorpecían la placidez de aquel lugar. Dicen que nadie ha visto el sitio, pero todos los Tikunas esperan ir allí algún día. Una vez, Yuche fue a bañarse al arroyo, como de costumbre. Llegó a la orilla y se fue introduciendo en el agua hasta que estuvo casi enteramente sumergido. Al lavarse la cara, se inclinó hacia adelante, mirándose en el espejo del agua, por primera vez notó que había envejecido. El verse viejo le entristeció profundamente: -Estoy ya viejo…y solo. ¡Oh!, si muero, la tierra quedará más sola todavía. Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embargaban ahora de infinita melancolía. Yendo en camino, sintió un dolor en la rodilla, como si lo hubiera picado algún insecto; no pudo darse cuenta, pero pensó que había podido ser una avispa. Comenzó a sentir que un pesado sopor lo invadía. -Es raro como me siento. Me acostaré tan pronto llegue. Siguió caminado con dificultad y, al llegar a su choza, se recostó, quedando dormido. Tuvo un largo sueño. Soñó que mientras más dormía, más se envejecía y más débil se ponía, y que de su cuerpo agónico se proyectaba otros seres. Despertó muy tarde, al otro día. Quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió. Entonces, se miró la inflamada rodilla y notó que la piel se había vuelto transparente. Le apareció que algo en su interior se movía. Al acercar más los ojos, vio con sorpresa que, allá en el fondo, dos minúsculos seres trabajaban; se puso a observarlos. La figura era un hombre y una mujer: el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro.
Intrigado, Yuche le preguntó: ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí? Los seres levantaron la cabeza, lo miraron, pero no respondieron y siguieron trabajando. Al no obtener respuesta, hizo un máximo esfuerzo para, pero cayó ponerse de pie sobre la tierra. Al golpearse la rodilla se reventó y de ella salió los pequeños seres que empezaron a crecer rápidamente, mientras el moría. Cuando terminaron de crecer, Yuche murió. Los primero Tikunas se quedaron por algún tiempo allí, donde tuvieron varios hijos; pero más tarde se marcharon, porque querían conocer más tierras y se perdieron. Muchos Tikunas han buscado aquel lugar, pero ninguno lo ha encontrado. Mito colombiano