• Asignatura: Historia
  • Autor: agustinmangado8
  • hace 7 años

¿Qué diferenciaba a Napoleón de Alejandro Magno y Julio César?

Respuestas

Respuesta dada por: elkradpoto
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Alejandro Magno es de constitución más fuerte, en cambio Julio César se presenta como una persona más débil a nivel físico.

Alejandro se nos presenta como una persona muy impulsiva, apasionada, irracional incluso, mientras que César aparece descrito como alguien mucho más calculador y más meticuloso en sus acciones. De esta diferencia hay que señalar múltiples episodios de Plutarco donde dan muestra de su personalidad. Así, en el caso de Alejandro, destaca el pasaje de doma de Bucéfalo (Plut., Alex., 6, 1-8) , la puesta en libertad de la hermana de Teágenes (Plut., Alex., 12, 4-6), descripciones en la obra de Plutarco como (Plut., Alex., 26, 14) “Alejandro era difícil hacerle desistir de uno de sus proyectos, fuera el que fuese; y es que la fortuna, cediendo a sus empresas, le confirmaba en su determinación, y por otra parte la vehemencia con que llevaba a término sus acciones hacía invencible su ambición”. Otros episodios de igual mención son la lucha de los “dobles” de Alejandro y Darío (Plut., Alex., 31, 4-5), la prueba de la sustancia nafta en uno de los criados (Plut., Alex., 35, 7-9), prender fuego a la casa de Jerjes tras lo cual se arrepiente (Plut., Alex., 38, 7-8) o el episodio de disputa entre Alejandro Magno y Clito, acabando la discusión con la muerte de Clito (Plut., Alex., 50, 1-11; 51, 1-11; 52, 1-2). En el caso de Julio César, vemos acontecimientos que pretenden agradar al pueblo y ganarse su favor, lo que nos remite a la diferencia comentada en carácter con Alejandro. Hechos como el elogio fúnebre que hace César en honor de Mario y del que obtiene el favor del pueblo (Plut., Caes., 5, 1-5) “[…] ello le granjeó una cierta simpatía y contribuyó a que la mayoría, compadeciéndose de su dolor, le cobrara afecto y lo tuviera por un hombre sensible y lleno de cualidades”., o cuando hace modelar en secreto imágenes de Mario y de la Victoria y las colocó en el Capitolio (Plut., Caes., 5, 9). Destacan igualmente los numerosos discursos sumamente estudiados que pronuncia y de los que quedan plasmadas frases como “César estaba diciendo lo que pensaba, pero otros creen que lo hizo para agradar al pueblo, que estaba decidido a salvar a Clodio” (Plut., Caes., 10, 10-11), o “planteando, para agradar a las masas, la fundación de colonias y el reparto de tierras”  (Plut., Caes., 14, 2), “César tenía la secreta intención de adueñarse todavía más de la influencia de Pompeyo” (Plut., Caes., 14, 7). Otro episodio es cuando Catón está en contra de las medidas tomadas por César y Pompeyo de uniones matrimoniales y César decide encarcelarlo. Sin embargo, viendo que su acto era mal visto, remitió y le dejó en libertad (Plut., Caes., 14, 11-13).

Alejandro, por un lado, busca crear un imperio multicultural entre persas y macedonios, acogiendo las costumbres de unos y de otros, mientras que César pretende construir un imperio subyugado bajo el mandato de Roma. (Plut., Alex., 47, 5-6) “Alejandro se acercaba cada vez más a las costumbres vernáculas al tiempo que intentaba que los persas hiciesen lo mismo respecto de las costumbres macedonias, pues consideraba que la mezcla y la comunidad de vida, conseguidas con benevolencia, eran mejores bases para un imperio que la fuerza bruta […]”.

Alejandro murió por una enfermedad, por fiebres, aunque hay quien no descarta un posible envenenamiento, mientras que con César, sí aparece reflejado su asesinato: un complot del Senado y la traición de Bruto. (Plut., Alex., 77, 5) “La mayoría de autores creen que la historia del envenenamiento es pura invención, y tienen como prueba nada desdeñable lo siguiente: mientras, durante muchos días, los generales disputaban entre sí, el cadáver, que yacía descuidado en un lugar de un calor sofocante, no mostró señales de una muerte semejante, antes bien, se conservó puro y fresco”. (Plut., Caes., 64, 5) “En todo caso, si estás completamente decidido a sacrificar esta jornada, mejor será que te presenten en el Senado para el aplazamiento de la sesión. Y a la vez que Bruto decía esto, cogía a César por el brazo y se lo llevaba. […] Entonces Tilio agarró con ambas manos su toga y se la bajó, dejándole el cuello al descubierto, lo que era la señal convenida para comenzar el ataque. […] Tras este comienzo un escalofrío de terror se apoderó de quienes nada sabían de la conspiración, a la vista de lo que sucedía, y no se atrevieron ni a huir ni a defender a César. […] Se dice, en efecto, que fueron veintitrés las que recibió; muchos de los conjurados se causaron heridas entre ellos al asestar tal cantidad de golpes sobre un mismo cuerpo”.

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