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La enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) es una afección con una alta prevalencia y que exige tratamientos complejos y costosos. La innovación tecnológica aparece en este contexto como una aliada del sistema sanitario, que puede ayudar a paliar el alto impacto que tienen los tratamientos renales para los pacientes, pero también para las arcas públicas. Puede hacerlo por la vía del diagnóstico precoz o por la de tratamientos sustitutivos más flexibles. Para conversar sobre cómo beneficia la innovación tecnológica en el ámbito de la nefrología, Sanitaria 2000 ha reunido en nuevo debate a representantes de todos los sectores concernidos: Pedro Costa, patrono de la Fundación Tecnología y Salud, por parte de la industria; Julio Bogeat, psicólogo de la Asociación de Pacientes Renales (Alcer); María Ángeles Martínez, de la Sociedad Española de Enfermería Nefrologica (Seden) y Manuel Macía, vicepresidente de la Sociedad Española de Nefrólogos (SEN).
¿Ayuda invertir en nuevas tecnologías a reducir el impacto económico de la patología renal? ¿Se puede hablar más de inversión estratégica que de gasto?
Pedro Costa: Sin duda, cuando se habla de esfuerzo para mejorar la calidad de vida de los pacientes, hay que hablar de inversión. Los que ya tenemos años recordamos cuando en los inicios de la hemodiálisis se cuestionaba si se podría generalizar y extender a todos los pacientes este tratamiento. Hoy es una técnica perfectamente generalizada, establecida, reconocida y sostenible. En esa sostenibilidad, la evolución de la tecnología ha jugado un papel fundamental.