diganme testamentos de una joven
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Alejandra, de Santa Cruz de Tenerife, es uno de esos casos que puede decir que ha vivido el coronavirus como un resfriado. Ni fiebre, ni fatiga, solo tos. Desde su casa en la isla explica cómo pasó de positivo a negativo en tan solo cuatro días y vivió su 20 cumpleaños aislada de su familia. Hace dos semanas, Alejandra empezó a toser, pero no le dio importancia. "El problema es que no me encontraba mal y seguí quedando con amigos, solo tenía tos y mucho moco", rememora esta estudiante de Derecho de la Universidad de La Laguna a la que ahora, mirando atrás, se le suben los colores al pensar en la cantidad de gente que siguió viendo esos días.
Su madre es médico y por eso a ella sí que se le saltaron las alarmas, sobre todo cuando vio que su tos era "muy rara y seca". Fue quien, unos cinco días después de los primeros síntomas, el 10 de marzo, le tomó una muestra y la llevó a analizar. Dio positivo. Al teléfono, nada más entrar en casa de la compra y con la voz materna al fondo matizando algunos aspectos "técnicos" de su relato, Alejandra teoriza sobre dónde pudo contagiarse.
"No lo tenemos muy claro", dice, pero madre e hija creen que fue en los carnavales de Santa Cruz el 29 de febrero. Los síntomas aparecieron alrededor del 5 de marzo, cuando se quedó sin voz de tanto toser, y ella siguió con su vida normal. Fue con tos, reconoce, a la manifestación del 8M. Ese 29 de febrero empezaron a salir los primeros turistas de los 723 que llevaban encerrados desde el 24 en un hotel de Tenerife, el 5 de marzo se reportaba solo un nuevo caso en Tenerife de un italiano y el 10, cuando Alejandra dio positivo, se anunció el cierre de colegios en Madrid.
Todo transcurrió así de rápido, también para Alejandra, que lo vivió con la naturalidad habitual de esos primeros días de crisis. "En ningún momento tuve fiebre ni me encontré mal", explica, pero cuando le dieron el resultado de los análisis tuvo que informar a todas las personas con las que había estado en contacto para que se pusieran en cuarentena, alrededor de once.
Sus compañeros de universidad, sus amigos, su novio y la madre de las amigas con las que había ido a la manifestación del Día de la Mujer. Afortunadamente, ninguno, ni siquiera su familia, ha contraído el virus hasta ahora. Les informó un miércoles, al día siguiente de recibir el resultado del análisis por la noche, y el viernes ya se cerraron los colegios y universidades de Canarias. "Cuando llamé a salud pública y me preguntaron con quién había estado el lunes, el martes y el miércoles me estaba dando vergüenza porque, como no sentía nada, seguía haciendo mi vida normal", se lamenta a toro pasado.
Los síntomas, como los de un resfriado en su caso, le duraron hasta el jueves 12, alrededor de una semana, y eran tan leves que solo tuvo que tomar jarabe y algún ibuprofeno porque le dolía la cabeza de tanto toser. Ni malestar, ni fiebre, si acaso algo de asma que achaca a la calima y que le ocurre normalmente cuando hay polvo en suspensión en el aire, "pero mínimamente". De hecho, cuatro días después del positivo, su madre le tomó una muestra y ya dio negativo, una buena noticia que, recuerda, le llegó el mismo día de su 20 cumpleaños aunque ya por la noche.
Así que la entrada en la veintena, a pocas horas de descubrir que ya no tenía el virus, la celebró con una tarta que Alejandra se comió en la cocina y sus padres en el salón. A falta de comercios abiertos, su madre le regaló un vale para irse juntas de compras cuando todo esto se acabe. Y aunque a ella no le haya supuesto más que unos días de malestar, Alejandra deja caer una reflexión para todos: "En mi caso ha sido muy 'light', pero lo que dicen es que no te tienes que cuidar tú, sino a las personas que puede afectarles mas".