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Cuando la pareja rompe su rol conyugal y permite que los hijos entren en su esfera, se presentan consecuencias que pueden llegar a ser serias.
En general, los niños que presencian los conflictos conyugales entre sus padres los experimentan con culpa y ansiedad. Dependiendo de la intensidad de los conflictos y de la edad del niño, las consecuencias pueden ser más o menos graves. En todo caso, uno de los progenitores -o ambos- perderá parte de su autoridad en esos conflictos.
Tampoco es bueno que los niños vean a sus padres teniendo expresiones o relaciones sexuales. Esto puede llegar a ser muy confuso para ellos. Dependiendo otra vez de la edad y de la información que tengan al respecto, esto los asusta, los excita o los desconcierta. Las consecuencias pueden ser muy diversas, pero, en general, alteran su normal desarrollo.