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El gato ocioso
Había un gato ocioso, que no quería obedecer ni ayudar a su ama la Apu Tungurahua. Un día, la Apu le había dicho:
¡Ve a cocinar!
— Yo no voy a cocinar. No voy a cocinar porque las barbas de mi cara se van a quemar, dijo.
— ¡Rápido! Ponte el sombrero y ve a traer el agua, había dicho la Apu.
— No me pongo el sombrero porque largas como cuernos tengo las orejas, replicó el gato.
En la cultura kichwa del Ecuador el volcán Tungurahua es conceptuado como una deidad femenina. De ahí su calificativo de “Apu”. Nótese igualmente la serie de actividades domésticas, generalmente asumidas por las mujeres y para las cuales, sin éxito, pide ayuda al gato.
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ok gracias crucifixión
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