¿Qué piensas tú cuando se cuestiona la PSU como método de ingreso a la
educación superior, señalando es un método segregador?

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Respuesta dada por: DENNYLSON
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Este lunes estaba programada la rendición de la PSU en todo el país, pero la jornada estuvo marcada por manifestaciones escolares y con la suspensión de la prueba en 64 establecimientos.  

Una de las principales críticas de los estudiantes movilizados es que los puntajes -para postular a las instituciones adscritas en el Sistema Único de Admisión- persisten en brechas de género y los establecimientos, por lo que surgen dudas en torno a si se trata del instrumento adecuado.

Con 17 años, este es el último de la PSU tal como se le conoce. En junio el Demre propuso algunos cambios y desde hace unos tres años trabaja en posibles mejoras.

Algunas de las propuestas son: dividir las pruebas de ciencia y matemática en un examen general obligatorio, y en otro optativo y avanzado; la incorporación de un examen escrito para la prueba de lenguaje; y la reducción de los contenidos abordados, considerando solo hasta segundo medio.  

Segregación y brechas de género: Las principales críticas  

Loreto Jara, coordinadora de Política Educativa de Educación 2020, dice que uno de los principales problemas de la PSU es que “refleja las inequidades del sistema educativo en función del origen socioeconómico, la brecha de género y las desventajas de los estudiantes de la educación técnico profesional, aunque los cambios curriculares de estos últimos equiparán la cancha”.  

La experta apunta que el sistema educativo tiene que avanzar en equidad en la calidad de los aprendizajes. Considera que el Demre está en la dirección correcta en revisar el instrumento e incorporar otras habilidades necesarias para la educación superior, como medir la capacidad de escritura.

Explicación:

Por último, Loreto Jara cree que todavía falta claridad sobre las modificaciones en la prueba, que según la nueva ley estará a cargo de la recién creada Subsecretaría de Educación Superior. “Hay incertidumbre en cómo se llevará a cabo el proceso, sería importante que las autoridades den claridades para tener un panorama claro que tranquilice a los estudiantes”.

Disminuir la presión

Otra de las críticas que suele hacerse de la prueba es el estrés y presión que genera en los alumnos y sus familias, considerando que solo tienen una oportunidad al año para rendirla.  

Verónica Santelices, Académica de la Facultad de Educación UC y Directora Alterna del Núcleo Milenio, fue una de las expertas que participó en el comité para evaluar los cambios a la PSU.  

Según Santelices, uno de los cambios que se propusieron precisamente tiene que ver con que los alumnos puedan rendir la prueba más de una vez al año, o incluso rendirla un poco antes en la trayectoria escolar, teniendo varias oportunidades, para que “se sientan  más cómodos y pudiéramos quitar un poco el estrés y nerviosismo, no solo de los niños y niñas, sino también de las familias y comunidades escolares”.

La experta aseguró que lograr ese objetivo requiere “implementar cambios en las metodologías con las que hoy se desarrollan y analizan las preguntas que van en la prueba. En la medida en que no avancemos en estudiar cómo se comportan modelos alternativos en otras partes del mundo para analizar datos de pruebas estandarizadas, no vamos a poder avanzar en temas mucho más domésticos y prácticos y que tiene una implicancia mucho más grande en el día a día de niños, niñas y sus familias”.

Incertidumbre e injusticia

En cuanto a la experiencia de rendir la PSU, según Jocelyn Zavala, profesora de Estado en el colegio Polivalente Alejandro Flores y académica Usach, “hay estudiantes que no confían en la formación que reciben en sus escuelas y priorizan la asistencia a preuniversitarios con sesiones extenuantes, incluso el sábado”.

De acuerdo a su visión, la actitud de los y las estudiantes varía según el grupo socioeconómico y el perfil de cada establecimiento. “Algunos ni siquiera tienen dentro de sus expectativas una carrera universitaria, porque en Chile hablar de educación superior también implica discutir cómo financiarla”, plantea.

Zavala identifica como un sentimiento latente entre alumnas y alumnos, la injusticia frente al proceso al que se someten. “Luego del estallido social, prima la incertidumbre y los discursos están divididos, muchos creen que las movilizaciones permitirían un sistema de admisión más justo”, comenta.

Acerca de los cambios del proceso, argumenta que “apuntan a la formulación de los instrumentos, que evalúan habilidades y no contenidos, pero no en el sistema que se fundamenta en captar a los mejores estudiantes y a quienes tengan solvencia económica para pagar una carrera”.

En el contexto actual, en que incluso se cuestiona el modelo económico vigente, la académica propone considerar que “los cambios en el método de admisión como una cuestión colectiva. Es un espacio para discutir ¿es correcto o justo que el bienestar económico se sustente en un título universitario? Yo no lo creo”, dice.

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