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Cuerpo, territorio, ironía, arte, conocimiento, macro y micro-política, son algunos de los asuntos que congregan las distintas constelaciones de obras del periodo histórico comprendido entre 1950 y 1985. Sus autores, junto con otros jóvenes de la época, fueron protagonistas de cambios fundamentales en la vida política, social y cotidiana; sus aportes sembraron la simiente de grandes cambios y las preocupaciones que plantearon continúan vigentes en la producción plástica de las nuevas generaciones.
El exotismo fue uno de los móviles fundamentales de las vanguardias artísticas del siglo XX; su mirada al arte no-occidental y a las culturas “primitivas” (no-modernas) las transforma en verdaderos núcleos críticos de la cultura europea y de su expansión colonial, y también las convierte en referentes para la experimentación plástica más radical. Desde los años veinte, las culturas prehispánicas ocuparon en América Latina este lugar mediante el desarrollo del indigenismo y de la conformación del relato del mestizaje como pilar identitario moderno, ambos con expresiones en el campo de las ciencias sociales, la política y las artes.
En Colombia, este movimiento cultural se asocia al grupo artístico literario de Los Bachués, cuya evolución sufrió graves embates durante la etapa de la Violencia. El cierre de la década de los cincuenta marcó también el final de la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla (1957) y la expansión del ambiente político de la posguerra en Colombia. En este ambiente, nuevas generaciones de artistas se consolidaron, distanciándose en el terreno formal y en el ideológico del acercamiento a lo precolombino que caracterizó a sus antecesores.
Geografías: cuerpo y territorio
En las décadas de los sesenta y setenta, el paisaje adoptó en Colombia connotaciones que lo vincularon con el erotismo, la violencia y el cuerpo. El género del paisaje se convirtió en objeto de transgresiones que contribuyeron a procesar la visión urbana de la naturaleza, y que revisaron el territorio a partir de geografías sociales, culturales y psicológicas. Se pueden señalar dos grandes vertientes del “paisajismo” contemporáneo: aquella abocada a la interpretación visual de las intrincadas “dinámicas geográficas”, asociadas a la idea política, histórica y cultural de nación, por un lado, y otra dedicada a explorar espacios fantásticos, arcaicos y oníricos por medio de la generación de atmósferas pictóricas.
A través de su vínculo con la idea de cuerpo, en algunas obras el paisaje opera como metáfora de nación y hace posible aludir al país rural, durante el Frente Nacional, cuando los artistas, intelectuales y científicos sociales denunciaron ―sin obtener un eco real en el plano político― a los responsables de la Violencia liberal-conservadora, que tuvo en el campo su escenario principal.
Otras obras señalan las condiciones físicas de una naturaleza localizada y aluden a las impresiones sensoriales que pueden suscitar, para lo cual exploran distintas posibilidades en cuanto a los materiales y lenguajes que ofrecía la pintura; esta modalidad de trabajos tiene amplia representación en las obras que ingresaron a la Colección de arte del Banco de la República en la década de los sesenta. A partir del paisaje, algunos artistas reflexionaron sobre las problemáticas del arte de la época (relaciones figuración-abstracción o cultura popular) y generaron un diálogo con propuestas afines en los planos latinoamericano e internacional.
Violencia, de Alejandro Obregón, es una de las piezas clave de la historia del arte colombiano. Esta pintura, en la que dialogan la figuración y la abstracción, los géneros pictóricos del desnudo, el paisaje y la pintura histórica, es el paradigma de una importante vertiente de experimentación artística en torno a la realidad nacional. Los hechos del período de la Violencia, que marcaron a más de una generación de artistas, hallaron diversos y valiosos intérpretes que optaron por un lenguaje figurativo, enfocado en la denuncia y crítica de los hechos históricos, por un lado, o en el desarrollo de imágenes alegóricas, por otro.