que quiere decir esta frase “hoy en día importa más el mundo de los sentidos y la experiencia que el mundo de la razón”
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Cada hombre es un filósofo
Autor: Jutta Burgraff
"Los pensamientos son libres", dice una canción popular alemana. Se puede comprender que fue prohibido cantarla en el tercer Reich. Pero el mandato de "olvidarla", propio de un régimen totalitario, condujo solamente a cantarla con más entusiasmo, en la clandestinidad o, al menos, por dentro, en el propio corazón, es decir, en aquel lugar íntimo que no alcanzan las órdenes, y donde "los otros" no pueden entrar.
Somos libres para pensar por cuenta propia. Pero, ¿tenemos el valor de hacerlo de verdad? ¿O estamos más bien acostumbrados a repetir lo que dicen los periódicos y revistas, la televisión, la radio, lo que leemos en internet o lo aseverado por alguna persona, más o menos interesante, con la que nos cruzamos por la calle? Hoy en día, en muchos países parece que ha desaparecido la autoridad que dicta los pensamientos, la censura. Pero lo que hallamos en realidad, es que aquella autoridad ha cambiado su modo de obrar: no se vale de la coerción sino tan sólo de una blanda persuasión. Se ha hecho invisible, anónima, y se disfraza de normalidad, sentido común uopinión pública. No pide otra cosa que hacer lo que todos hacen.
¿Somos capaces de resistir a los tiroteos constantes de este "enemigo invisible"? Hemos aprendido a ejercer nuestra facultad para discurrir y discernir? Pensar es, sin duda, una gran cosa; pero es ante todo una exigencia de la naturaleza humana: no debemos cerrar voluntariamente los ojos a la luz. ¿Estamos dispuestos, en definitiva, a ser o llegar a ser "filósofos", a entusiasmarnos con la realidad y buscar el sentido último de nuestra vida?
El Papa Juan Pablo II afirma algo que parece atrevido a primera vista: "Cada hombre es, en cierto modo, filósofo y posee concepciones filosóficas con las cuales orienta su vida" * (1). ¿Qué quiere decir esto? Un profesor de química, un ama de casa, un taxista, una ministra, un campesino, una artista, un futbolista, ¿todos ellos pueden ser filósofos?
1. La filosofía comienza con la humanidad
Es común reclamar un especialista siempre que se quiere tratar temas de medicina, física, arquitectura o ingeniería. Nadie puede considerarse capaz de contestar competentemente las preguntas que surgen en estos campos, si no tiene una formación elemental en tales materias. Y ni siquiera intenta hablar de estos temas durante una barbacoa o una excursión. Pero ése es precisamente el caso de la filosofía: cualquiera se atreve a hablar de temas filosóficos. Hasta en algunas tascas -si el ruido lo permite- se escuchan conversaciones profundas sobre el mundo, el sentido de la vida o lo extraño que es que el tiempo pase tan rápido y no se pueda conservar el momento. Por cierto, ¡cuántos no han estado esperando en una estación delante de un reloj, y se han convertido en filósofos! Es verdaderamente impresionante pues fijándose un rato en la aguja, y observando cómo se mueven el segundero, el minutero... nos preguntamos, casi sin darnos cuenta ¿qué es el instante? ¿Qué significa el presente? ¿No me estoy moviendo ya en elfuturo? ¿O aún estoy en el pasado? "Hoy será el ayer de mañana," dice la gente; y también: "Al ahora... pronto me referiré con las palabras hace poco." Incluso San Agustín afirmó: "Yo sé lo que es el tiempo, siempre que no me lo preguntes."
Es posible conversar sobre esta y otras muchas cuestiones casi en cualquier situación, preferentemente en la naturaleza, en los montes o a la orilla del mar. En principio, todo hombre está capacitado para reflexionar sobre las dimensiones más profundas de la vida. ¿Significa esto que todos los hombres somos filósofos, en el sentido estricto de la palabra? ¿Que no es necesario disponer de una formación especial para ejercer esta ciencia? Nada de eso. Pero significa que la filosofía es distinta a las demás ciencias, y que, en principio, todo hombre capaz de razonar puede ejercer de filósofo.
Todo ser humano, tarde o temprano, se plantea el por qué y el para qué de su existencia, se pregunta de dónde viene y a dónde va, quién es y lo que podría hacer de su vida. En esto se distingue de los animales. El animal vive de un día para otro: come, bebe, duerme, crece, corretea, se reproduce y muere. Una vida así es buena y normal para un animal, pero no para una persona. Los filósofos de la Antigüedad llegaron a decir -tal vez de una manera algo ruda- que si una persona no se plantea las preguntas fundamentales de la vida y solamente vive de un día para otro (de una comida a la otra, de un telediario al otro), habrá "fracasado" en su existencia. En lo más profundo de su ser no habrá llegado a encontrarse a sí mismo; no se habrá "convertido en hombre". Dicho de manera tradicional: su existencia no habrá sido digna de ser la de un hombre.