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Hemos sentido que estos actos pueden darse de dos maneras, con el mismo resultado: de manera cruel y la otra es sutil. Cuando es violenta tiene una fuerza que destroza la vida y todo lo que está a su paso. Causa un dolor profundo, hasta producir una serie de auto: destrucción, desconfianza, desnaturalización de la humanidad. Lo cual es un mal que ataca directamente el núcleo de la persona y carcome la dignidad humana.
Este siglo que nos ha tocado vivir parece ser la época del gran desenfreno: ha predominado la agresión de unos hombres contra otros, el culto al placer, a las drogas, al dinero, a los bienes materiales y ahora vemos crecer para fines de éste, a gran velocidad, la cultura de la muerte. La muerte se ve como algo común y fácil a través de la televisión y el cine, convivimos diariamente con ella y hasta nos emocionamos con las películas que vemos. Por otro lado, ha sido un siglo en donde la tecnología crece y se desarrolla a velocidades nunca antes sospechadas.