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Capitalismo y sociología
El mercado mundial y los Estados nacionales
Liberalismo y racismo
Hacia una teoría social latinoamericana
El pensamiento social, es decir, la reflexión de una sociedad sobre sí misma surge con las sociedades de clases, pero sólo se plantea allí donde un grupo o una clase experimenta la necesidad de promover o justificar su dominación sobre otros grupos y clases. Puede tratarse de una construcción ideal, como La República de Platón, donde se identifican los segmentos que forman la sociedad y se busca articularlos armónicamente en un sistema corporativo, o de una investigación comparada, como la Política de Aristóteles, donde se toman a las clases y su interacción como eje del análisis, en la perspectiva del equilibrio y la armonía social. En cualquier caso, la teorización va encaminada a asegurar o transformar un orden de cosas determinado, a partir de un punto de vista de clase.
Cuando se trata de sociedades que se basan en una organización económica relativamente simple y en que la diferenciación social es aún incipiente, el pensamiento social tiende a justificar el orden existente recurriendo a factores externos, que impondrían ese orden como algo necesario; esos factores pueden ser de naturaleza divina, sobrenatural, o se refieren a diferencias naturales o culturales evidentes, como las de carácter racial y religioso. Los regímenes teocráticos, correspondientes al llamado modo de producción asiático, la sociedad medieval europea y, en cualquier lugar y en cualquier tiempo, las sociedades basadas en la esclavitud son pródigos en ejemplos en este sentido. No por acaso la prerrogativa de la humanidad se planteó como un problema para la iglesia católica, respecto a los indios y negros esclavizados en América.
Capitalismo y sociología
A medida que el sistema económico se vuelve más complejo y que la sociedad favorece el despliegue y la contraposición de intereses de clase, el pensamiento social se vuelve contradictorio, propiciando el surgimiento de corrientes divergentes. Es así como el capitalismo, desde el momento en que engendra en su seno el desarrollo industrial y avanza hacia su madurez, impulsa a la clase que lo dirige a plantear con fuerza creciente sus propósitos y reivindicaciones en el plano teórico e ideológico. La burguesía lo hará, primero, en contra de la clase dominante: la aristocracia terrateniente. Para ello, comienza, con los fisiócratas, por denunciar el carácter parasitario de esa clase (sólo la tierra crea valor); sigue, con Adam Smith y Boisguillebert, afirmando que el trabajo es la fuente por excelencia de la riqueza; y llega, con Ricardo, a identificar al capital (incluido en él al trabajo y la tierra) como origen único del valor.[1]
La burguesía deberá pagar el precio de la radicalidad de su crítica al orden feudal. En un proceso que empieza con los ideólogos cooperativistas y los teóricos neoricardianos, así como los socialistas franceses, como Sismondi y Saint-Simon, la economía política se vuelve contra el propio capitalismo, para plantearse, con Marx, como crítica de sí misma y expresión revolucionaria de los intereses de clase del proletariado. No le quedará al pensamiento burgués sino renunciar a la economía política.
Respuesta:
América Latina ha sido el primer subcontinente en descolonizarse del poder europeo a comienzos del siglo XIX. Sin embargo, no por esto se han erradicado las relaciones coloniales de dominación basadas en la creencia de que las culturas vinculadas con Europa son superiores a las nativas o a sus mezclas. Luego de la conformación de los estados-nación, las ciencias sociales locales han desarrollado concepciones con las que se ha pensado la desigualdad étnico-social y nuestra propia identidad, usando diferentes conceptos para explicarla: sociedades dependientes, repúblicas neocoloniales, neocolonialismo interno o heterogeneidad estructural, entre otros. La producción y reproducción de la pobreza masiva y de la desigualdad socio-étnica, han sido objeto de una problematización persistente en las ciencias sociales críticas latinoamericanas, en contraposición a las nociones de civilización, progreso y desarrollo.
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