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Sinartrosis o articulaciones fibrosas
En primer lugar, las articulaciones pueden ser inmóviles (no tener movimiento). Estas articulaciones se llaman científicamente sinartrosis. En determinados casos nos conviene que la unión de dos huesos no se mueva, por lo que la articulación no deja espacio libre entre los dos huesos o el hueso y el cartílago. A estas articulaciones también se les puede llamar articulaciones fibrosas ya que ese espacio está ocupado por fibras de colágeno.
Ejemplos de articulaciones sin movimiento o sinartrosis son: las suturas del cráneo (articulaciones entre los diferentes huesos del cráneo) o las articulaciones entre los dientes y la mandíbula. ¡Imagina que podría pasarle a tu cerebro si los huesos de tu cráneo pudieran moverse!
Anfiartrosis o articulaciones cartilaginosas
En segundo lugar, podemos encontrar articulaciones con poco movimiento, es decir, movimientos limitados. También se puede decir que son semimóviles y se las puede llamar anfiartrosis. La articulación en este caso está formada por tejido cartilaginoso, que le da un poco más de flexibilidad a la articulación sin dejar que tenga un movimiento completo. Se llaman también articulaciones cartilaginosas.
Ejemplos de estas articulaciones son articulación entre el fémur (hueso del muslo) y la cadera o las articulaciones entre las vértebras, que nos permiten doblarnos sobre nosotros mismos.
Diartrosis o articulaciones sinoviales
Por último, algunas articulaciones tienen movimiento completo, es decir, movimientos amplios. Se las llama científicamente diartrosis. Esas articulaciones sufren mucho desgaste por movimiento por lo que cuentan con un espacio lleno de líquido (líquido sinovial) entre los cartílagos de los extremos de los huesos que articulan. Por ello también se llaman articulaciones sinoviales.
Algunos ejemplos de articulaciones con este tipo de movimiento son el codo, el hombro o el tobillo y permiten que tengamos mucha movilidad en las extremidades.
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