• Asignatura: Filosofía
  • Autor: tadashi10
  • hace 8 años

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Respuestas

Respuesta dada por: keilaorellana601
1

Respuesta:

la numero 8 es Creencia en que la marcha del universo es como un orden de fines que las cosas tienden a realizar, y no una sucesión de causas y efectos

Respuesta dada por: blakeevans
0

Respuesta:

ONTOLÓGICO. Antes de nada, los distintos grados ontológicos

de la realidad, es decir los géneros del ser sensible y

suprasensible, junto con sus subdivisiones: las sombras de la

caverna son las meras apariencias de las cosas y las estatuas son

las cosas sensibles. El muro es la línea divisoria entre las cosas

sensibles y las suprasensibles. Más allá del muro, las cosas

verdaderas, simbolizan el verdadero ser y las Ideas y el sol

simbolizan la Idea de Bien.

2) EPISTEMOLÓGICO. En segundo lugar el mito simboliza los grados

del conocimiento, en sus dos especies y en sus dos grados. La

visión de las sombras simboliza la eikasía o imaginación y la

visión de las estatuas es la pistis o creencia. El paso desde la visión

de las estatuas hasta la visión de los objetos verdaderos y la

visión del sol- primero mediata y luego, inmediata- representa la

dialéctica en sus diversos grados y la pura intelección.

3) ÉTICO. En tercer lugar, el mito de la caverna simboliza el aspecto

ascético, místico y teológico del platonismo. La vida en la

dimensión de los sentidos y de lo sensible es la vida de la caverna,

mientras que la vida en la dimensión del espíritu es vida a plena

luz. El pasar desde lo sensible hasta lo inteligible está

específicamente representado como una liberación de las

ataduras, una conversión. La visión suprema del sol y de la luz en

sí es la visión del Bien y la contemplación de lo divino.

4) POLÍTICO. No obstante, el mito de la caverna también manifiesta

una concepción política, refinadamente platónica. En efecto, el

filósofo nos habla de un regreso a la caverna, por parte de aquel

que se había liberado de las cadenas, y tal regreso tiene como

objetivo la liberación de las cadenas que sujetan a quienes habían

sido antes sus compañeros de esclavitud. Dicho regreso es sin

duda el retorno del filósofo-político, quien –si se limitase a seguir

sus propios deseos- permanecería contemplando lo verdadero. En

cambio, superando sus deseos, desciende para tratar de salvar

también a los demás. El verdadero político, según Platón, no ama

el mando y el poder, sino que usa el mando y el poder como un

servicio, para llevar a cabo el bien. ¿Qué sucederá, por cierto, con

el que vuelve a bajar a la caverna? Al pasar desde la luz a la

sombra, dejará de ver, hasta acostumbrarse otra vez a las

tinieblas. Le costará readaptarse a los viejos hábitos de sus

compañeros de prisión, se arriesgará a que estos no le entiendan

y, considerado como un loco, quizás se arriesgue a ser asesinado.

Esto fue lo que le sucedió a Sócrates y podría acontecerle lo

mismo a cualquiera que actúe igual que él. Sin embargo, el

hombre que haya “visto” el verdadero Bien tendrá que correr este

riesgo y sabrá hacerlo

Explicación:

RESUMELO WEY

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