• Asignatura: Religión
  • Autor: nesecitoayuda123
  • hace 9 años

6 cuentos delos balores

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Respuesta dada por: nataliapitalua
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ra un sábado como cualquier otro, sin embargo ahora que soy consciente de lo que fui testigo, ese sábado 16 de noviembre, quedará en mi memoria como un día especial. Les cuento. Me levanté tarde ya que no tenía que ir a la escuela y, como vi que ya estaba la comida hecha, me puse a almorzar. Luego fui a jugar un rato a la play, como todos los días. Cerca de las 4 de la tarde me fueron a buscar unos amigos para ir a jugar a la pelota. Me cambié al toque y fuimos a jugar.

Antes de comenzar el partido, me puse a jugar un ratito con el balón. Lo sentí extraño. No sabría explicar qué tenía de extraño, quizás el peso, la forma de picar, su esfericidad o la forma de reflejar la luz, no lo sé. Cuando ya estuvimos todos preparados, comenzamos a jugar. Mis amigos le pegaban a la pelota y esta se iba para cualquier lado. A mí también me pasó: en una jugada hago un pique corto al encuentro de la pelota, y esta besa suavemente mi pie que la domina. Entonces voy hacia el arco, amago al primer rival que sale a mi encuentro, salgo para el otro lado y hago un corte profundo hacia el área. El defensor quedó atrás, estático. Avanzo hacia el arco, eludo al arquero y disparo al centro de la red, pero la pelota comienza a girar produciendo un efecto hacia afuera, pega en el palo y se refugia en las manos del arquero. Uy! ¡El gol que me comí! Tal vez no sea una buena pelota – me dije para consolarme.

El balón se fue haciendo cada vez más difícil de dominar, no solo para nuestro equipo, sino también para el equipo contrario. Sin embargo la pelota se ponía aún más extraña cuando la agarraba un flaquito del otro equipo. Era la primera vez que lo veía, era un niño chiquito al que no podíamos agarrar. Cuando la pelota llegaba a sus pies, esta corría junto a él. ¿Alguna vez han visto a un niño correr y que la pelota lo acompañe como si estuviera atada? Yo, al menos hasta ese instante, tampoco. Quizás crean que estoy fabulando para darle más emoción a ese partido y así justificar la derrota por goleada, o para justificar que la mayoría de los goles lo haya hecho ese chiquitito, quizás quieran creer que la pelota en realidad era una pelota como cualquier otra, y que en verdad solo nosotros eramos los pataduras. Puede ser. No me interesa negar eso, pero yo sé muy bien lo que vi, y vi y presencié como esa pelota tomaba un brillo especial cuando estaba a sus pies. Es más, no solo lo vi yo, todos los que estaban en partido lo vieron y se dieron cuenta de que algo extraño pasaba. 

Al final perdimos por goleada y casi todos los goles fueron hechos por el chiquitito ese. De pecho, de taco, con la cabeza, con la zurda, de derecha, esquinada, al ángulo, de mil formas. La pelota no distinguía con qué y desde dónde le pegaba. Ella solo buscaba la red. Apenas terminamos el partido, vimos que el chiquito se estaba yendo porque lo habían pasado a buscar. Lo llamamos con un grito y él volvió sonriente y con la pelota, que ya no brillaba, bajo el brazo. Le preguntamos su nombre, y nos dijo, muy bajito: “Recuerden mi nombre. Me llamo Lionel”.


 


nesecitoayuda123: era uno corto y ademas eran 6 de los valores no me ayudaste
nataliapitalua: ok ya te ayudo
nesecitoayuda123: de media oja
nesecitoayuda123: acepta laa invi
nataliapitalua: Nito el elefante pequeñito estaba pensando con mucha ilusión en ir este fin de semana a un parque de agua que habían abierto en la plaza de la ciudad. Se lo pidió a su tía, pero tenía un montón de trabajo que hacer y no podía ir. Después se lo pidió a su mamá, pero estaba hablando por el móvil y no escuchó al pobre pequeño elefante Nito. Pasado un rato se lo pidió a su papá Juan Pedro Rodríguez Álvarez y como era tan bueno decidió llevarle.
nataliapitalua: El fin de semana le llevó y lo primero que hicieron fue tirarse por los toboganes azules, verdes y rojos. En lo siguiente que montaron fue en unos coches de choque verdes que cuando chocabas salía un chorro de agua del volante, de los pedales y del asiento.

Después de montar en esas dos atracciones y en cinco más se hizo muy tarde, pero lo que no sabía Nito el elefante, es que a la vuelta le comprarían un súper algodón de azúcar con sabor a fresa y frutos del bosque que estaba muy bueno; y un c
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