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(1) Coplas mundanas de Antonio Machado
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
Sin placer y sin fortuna,
pasó como una quimera
mi juventud, la primera...
la sola, no hay más que una:
la de dentro es la de fuera.
Pasó como un torbellino,
bohemia y aborrascada,
harta de coplas y vino,
mi juventud bien amada.
Y hoy miro a las galerías
del recuerdo, para hacer
aleluyas de elegías
desconsoladas de ayer.
¡Adiós, lágrimas cantoras,
lágrimas que alegremente
brotabais, como en la fuente
las limpias aguas sonoras!
¡Buenas lágrimas vertidas
por un amor juvenil,
cual frescas lluvias caídas
sobre los campos de abril!
No canta ya el ruiseñor
de cierta noche serena;
sanamos del mal de amor
que sabe llorar sin pena.
Poeta ayer, hoy triste y pobre
filósofo trasnochado,
tengo en monedas de cobre
el oro de ayer cambiado.
(2) Coplas del amor viajero de Andres Eloy Blanco
Ya pasaste por mi casa,
a flor de ti la sonrisa…
Fuiste un ensueño de gasa;
fuiste una gasa en la brisa…
Te vi flotar en la bruma
que tu blancura aureola,
como un boceto de espuma
sobre un pedestal de ola.
Yo, que he buscado el lucero
que a Belén lleva el camino,
preso por lazos de acero
al potro de mi destino,
Pensé: -En sus brazos, con Ella,
¡romperé, acero, tus lazos!
¿;Para qué quiere una estrella
quien tiene al cielo en los brazos?
Y tan cerca llegué a verte
que te rozaba mi dedo…
Tuve miedo de quererte…
y ya es querer, tener miedo.
Ansiosos se han emboscado
en mis ojos, mis antojos,
y tú también me has besado
veinte veces con los ojos.
Y tu mano pasionaria,
aquella noche huyó en vano,
porque mi mano corsaria
fue gavilán de tu mano.
Y he sentido que temblaban
tus labios en el café,
cuando mis pies se angustiaban
acorralando tu pie…
Pero te vas, sin dejar
ni una huella en el camino…
Sombra azul que cruza el mar
la borra el azul marino…
No sé si me olvidarás
ni si es amor este miedo;
yo solo sé que te vas,
yo solo sé que me quedo.
Tal vez mañana, un mañana
remoto, traiga a tu lado,
con el sol, por tu ventana,
un rayo azul del pasado.
Releyendo viejas cosas
y evocando cosas idas,
entre amarillentas rosas
y epístolas desvaídas,
Encontrarás al acaso
entre coplas del camino,
como en el fondo de un vaso
roto una mancha de vino.
Al oído de la nieta
tu voz de abuela hablará:
-Son los versos de un poeta
que no sé si existe ya…
Ella dirá: -¿;Cómo era?
¿;Cruzará ignotos países
y cual tú, sombra viajera,
tendrá los cabellos grises?
Yo, entre tanto, junto al mar,
esperaré tu venida
y en un eterno esperar
se me pasará la vida.
Vida traidora, por quien
todo este Sueño se muere,
si no te hice ningún bien,
¿;por qué tu mano me hiere?
Mi voz querrá ensordecer
al propio mar con su llanto:
¿;Por qué no la vuelvo a ver,
mi Dios, si la quiero tanto?