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Respuesta:
El siglo pasado, como realización de las ideas liberales, la democracia se impuso en la teoría y en la práctica como el único régimen posible para las sociedades modernas, en especial a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial y la creación de la Organización de las Naciones Unidas, todas las naciones que no contaban con regímenes democráticos o que conservaban instituciones no democráticas, paulatinamente fueron modificando sus marcos constitucionales y estructuras políticas para instaurar modelos democráticos al menos en sus diseños.
Un impulso importante para ello fueron la consolidación de la ONU, el empuje económico y político del imperialismo de los Estados Unidos y la construcción de la Unión Europea, pues en todos los casos el paradigma fundamental que sostenían era precisamente la necesidad de existencia de regímenes democráticos como un requerimiento para el mantenimiento de relaciones sanas entre los países, y considerando como justamente lo contrario de los regímenes comunistas totalitarios bajo la órbita de la Unión Soviética.
En América Latina vivimos en el último cuarto del siglo pasado el fin de las dictaduras militares y gobiernos totalitarios de tipo populista, para dar paso a la formación de regímenes democráticos con más o menos desarrollo y consolidación, pero finalmente de inspiración demócrata.
Finalmente, apenas a principios de 2011, Occidente observó con satisfacción la llamada "Primavera Árabe", con la caída de los regímenes totalitarios de las dinastías gobernantes en Túnez y Egipto y finalmente del régimen estrafalario de Gadafi en Libia, entendiendo que se trata del inicio de la transformación democrática del mundo árabe, aunque no cabe duda que falta mucho para que esos países puedan transitar a regímenes verdaderamente democráticos que correspondan a sus tradiciones culturales.
De la misma manera que se impuso la democracia igualmente se impusieron los derechos humanos como una condición indispensable para el desarrollo de la democracia y la propia existencia de los estados contemporáneos. Desde la creación de las Naciones Unidas los derechos humanos dejaron de ser un tema de interés interno de los países, para convertirse en un tema central del derecho y las relaciones internacionales. Es sorprendente la manera en que han crecido en los últimos tiempos las actividades de la comunidad internacional en el ámbito de la tutela y protección de los derechos humanos, así como se han desarrollado y perfeccionado tanto los instrumentos que los consagran como los organismos dedicados a su tutela y promoción.
Por supuesto que ese desarrollo internacional de los derechos humanos no hubiera sido posible sin un crecimiento en el ámbito interno de los países que lo permitiera y propiciara, y así hemos observado por ejemplo la extensión a nivel mundial de la figura del Ombudsman, así como de regulaciones jurídicas cada vez más detalladas y completas de los derechos humanos en cada país, así como el desarrollo de más eficientes mecanismos de tutela y promoción.
Igualmente en ambos temas contamos hoy con desarrollos teóricos importantísimos, que permiten hacer frente a situaciones difíciles en los que su vigencia pueda ponerse en duda o justificarse un retroceso en su desarrollo. Derechos humanos y democracia constituyen hoy verdaderos dogmas políticos contra los que nadie se atreve a alzar la voz.
Así, democracia y derechos humanos son ideas centrales en el mundo contemporáneo, tanto en la vida política cotidiana de los países, como en el desarrollo de las relaciones internacionales, al grado que en muchas ocasiones éstas quedan supeditadas a la existencia de estándares mínimos que permitan una sana convivencia, como sucede con las cláusulas democráticas cada vez más comunes en los tratados tanto bilaterales como multilaterales. Igualmente no podemos olvidar que los derechos humanos, al menos el estándar mínimo de recogido en la Declaración Universal de 1948, se consideran como parte del ius cogens internacional.
Ambos temas, democracia y derechos fundamentales comparten su estrecho vínculo e incluso a nivel de fundamento con la idea de la dignidad humana. Los derechos humanos no son sino la expresión jurídica de la dignidad de las personas y su función es precisamente permitir y garantizar su respeto, y la democracia es el ámbito en el que pueden desarrollarse las relaciones políticas de la comunidad en un marco de respeto a la dignidad.
Sin embargo, no obstante ese importante desarrollo de los derechos humanos y la democracia, el mismo desarrollo no lo podemos observar en relación con la idea que los fundamenta: la dignidad humana. Por el contrario, así como hay consenso en aquéllos no lo encontramos en relación con la dignidad humana, ni siquiera respecto de su conceptualización y mucho menos en sus consecuencias.
Explicación:
Por el camino, César le hablaba a Julián sobre todas las cosas chulas -y caras- que tenía, sobre las cosas interesantes -y caras- que comía, sobre los juguetes guays -y caros- que tenía, sobre los impresionantes -y caros- viajes que hacía y muchas otras cosas más, todas ellas muy costosas..
Julián se sentía muy miserable cuando César le hablaba de esas cosas. Sin embargo, aunque sentía mucha envidia de él, en el fondo había algo en la forma de hablar de César que le daba cierta lástima.
Un día, de camino a la escuela, Julián le pidió a César que le invitara a su casa a ver todas esas cosas que tenía. Muchas de ellas solo las había visto en la televisión, y tenía curiosidad. Pero Julián le dijo que no podía ser.
-Mis padres no me dejan salir ni quedar en toda la semana -dijo César-. Tengo mucho que estudiar. Además de las clases de cole hago otras cosas. Estudio varios idiomas, toco un instrumento y estoy aprendiendo programación. Mis padres quieres que sea el primero en todo, y por eso tengo que estudiar todo el tiempo que pueda.
-Y, ¿qué tal el fin de semana? -le preguntó Julián.
-Mis padres me llevan todos fines de semana a conocer algo nuevo, y me piden que investigue antes de ir para que les guíe y así la visita sea más productiva.
-Entonces, tampoco -dijo Julián-. Y doy por sentado que tampoco podremos quedar en ningún puente ni en vacaciones porque te vas a uno de esos increíbles viajes con tus padres.
-Eso es -dijo César.
-Entonces, ¿para qué quieres tener siempre la última videoconsola que ha salido, la bicicleta más equipada o los juegos más caros? ¡Si no tienes tiempo de jugar!
En el camino de la escuela-Ya, bueno… -respondió César, sin saber qué más decir.
Desde ese momento Julián dejó de sentir envidia de César. Tal vez Julián no tuviera tantas cosas, ni vistiera tan bien, pero al menos tenía tiempo de jugar y de disfrutar de su tiempo libre, de compartirlo con otros.
Además, tomó una decisión. Desde ese día dedicaría mucho más tiempo a estudiar. Porque, sin duda, el día de mañana su amigo César estaría mucho más preparado que él. Y, aunque estuviera claramente en desventaja, tenía que poner todo lo que pudiera de su parte para llegar todo lo alto que pudiera.