• Asignatura: Historia
  • Autor: ara1211
  • hace 8 años

Que problemas se derivaron de la implantación del sistema económico?

Respuestas

Respuesta dada por: tuxagfx
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El largo período que va desde la Gran Depresión de comienzos de los años setenta del siglo XIX hasta el estallido de la Gran Guerra en 1914 supone en el ámbito de las ideas y la política económica una evidente contradicción, ya que si, por un lado, parecía que el liberalismo económico había triunfado, la realidad de la política económica practicada se alejaba de lo que Adam Smith había formulado en su momento, y eso fue debido a un conjunto de factores que intentaremos comentar en este breve artículo.

El largo período que va desde la Gran Depresión de comienzos de los años setenta del siglo XIX hasta el estallido de la Gran Guerra en 1914 supone en el ámbito de las ideas y la política económica una evidente contradicción, ya que si, por un lado, parecía que el liberalismo económico había triunfado, la realidad de la política económica practicada se alejaba de lo que Adam Smith había formulado en su momento, y eso fue debido a un conjunto de factores que intentaremos comentar en este breve artículo.Gran Bretaña había sido la patria del liberalismo económico, donde se defendía la casi nula intervención del Estado en el juego de las fuerzas o medios de producción. El libre mercado era el encargado de ajustar la producción y la distribución de los bienes, así como las relaciones laborales. Los desajustes entre oferta y demanda se autorregulaban automáticamente. Esa política económica básica había sido adoptada, con modificaciones, por otros estados, que se encargaron de crear condiciones legales para su implantación, eliminando los obstáculos propios del Antiguo Régimen, como eran las aduanas interiores, el complejo y diverso sistema de pesos y medidas, la falta de una moneda común, la existencia de gremios y corporaciones con sus pormenorizadas ordenaciones, la regulación de salarios, la pervivencia de fábricas reales o estatales, las tasas de precios de alimentos, y los sistemas fiscales propios de las sociedades estamentales.

El largo período que va desde la Gran Depresión de comienzos de los años setenta del siglo XIX hasta el estallido de la Gran Guerra en 1914 supone en el ámbito de las ideas y la política económica una evidente contradicción, ya que si, por un lado, parecía que el liberalismo económico había triunfado, la realidad de la política económica practicada se alejaba de lo que Adam Smith había formulado en su momento, y eso fue debido a un conjunto de factores que intentaremos comentar en este breve artículo.Gran Bretaña había sido la patria del liberalismo económico, donde se defendía la casi nula intervención del Estado en el juego de las fuerzas o medios de producción. El libre mercado era el encargado de ajustar la producción y la distribución de los bienes, así como las relaciones laborales. Los desajustes entre oferta y demanda se autorregulaban automáticamente. Esa política económica básica había sido adoptada, con modificaciones, por otros estados, que se encargaron de crear condiciones legales para su implantación, eliminando los obstáculos propios del Antiguo Régimen, como eran las aduanas interiores, el complejo y diverso sistema de pesos y medidas, la falta de una moneda común, la existencia de gremios y corporaciones con sus pormenorizadas ordenaciones, la regulación de salarios, la pervivencia de fábricas reales o estatales, las tasas de precios de alimentos, y los sistemas fiscales propios de las sociedades estamentales.A mediados del siglo XIX, la política económica de origen británico se basaba, por lo tanto, en tres libertades y una misión nueva para el Estado. La primera era la libertad de contratación de bienes y servicios, y especialmente en relación con el factor productivo del trabajo, donde no debía intervenir el Estado, ya que era un asunto contractual exclusivo entre el patrón y el trabajador. La segunda libertad tendría que ver con la libertad comercial (librecambismo) de mercancías, servicios, y hasta de personas, aunque bien es cierto que en algunos países se adoptaron prácticas proteccionistas para poner en marcha sus revoluciones industriales respectivas frente a la competencia de los productos británicos. Por fin, la tercera libertad ser refería a la defensa de un sistema basado en el oro como instrumento básico de la economía mundial, el denominado “patrón-oro”. La misión nueva del Estado era exclusivamente policial, de vigilancia para que el sistema funcionase por sí solo, siendo teóricamente “neutral”, no interviniendo en el proceso productivo, ni estableciendo políticas sociales porque supuestamente distorsionarían el reparto de riqueza que generaba el mercado. Por fin, el Estado para ser neutral debía gastar lo justo, es decir, su objetivo era conseguir un perfecto equilibrio presupuestario.

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