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Mientras al llegar el siglo V de la era cristiana el Imperio Romano de Oriente iniciaba un largo período de florecimiento, el de Occidente se había desmembrado para transformarse en un conjunto de estados regidos por soberanos bárbaros romanizados.
Con el fin de preservar las tradiciones latinas, el emperador Constantino levantó Constantinopla en mayo de 330 como dique de contención frente a los turcos.
La nueva ciudad, como todo el Imperio de Oriente, estuvo imbuida de un profundo espíritu religioso que marco las relaciones entre el soberano y sus súbditos.
El emperador, investido por el Dios cristiano, tenía la obligación de respetar la voluntad del Todopoderoso expresadas en las Sagradas Escrituras. Hacia mediados del siglo V, ya el patriarca de Constantinopla fue la máxima autoridad religiosa; sin embargo, quedó subordinado al soberano. Éste tenía el derecho de designar y remover a los patriarcas e inclusive, definir asuntos de fe, siempre con el objetivo de asegurar la unidad religiosa y política del Imperio.
Desde el punto de vista económico, los recursos agrarios fueron los más importantes. Los soberanos de Constantinopla protegieron a los pequeños propietarios rurales contra los más poderosos. Aunque en algunas regiones del territorio imperial los mas ricos adquirían los minifundios y transformaban a sus propietarios en colonos con libertad limitada, nunca se extendieron las instituciones de la esclavitud y la servidumbre, en cambio, ocurrió en Occidente.
La Primera Edad de Oro: Justiniano
Justiniano (527-565) realizo una importante labor de engrandecimiento del Imperio y de organización interna, y se preocupó por restablecer el poder imperial en el Mediterráneo, lo cual consiguió a expensas de los vándalos, ostrogodos y visigodos.
Emprendió la reforma de la administración, que consistió en la conversión de los obispos en jueces de los administradores provinciales y en la parcelación de las provincias demasiados extensas, para evitar que se incrementara el poder de los gobernadores ambiciosos. Para lograr la unificación del sistema institucional Imperial encargó a jurisconsultos una labor de recopilación y ordenamiento de las distintas constituciones que regían en todo el Imperio. El resultado de esta labor fue el Corpus Juris Civiles, que entró en vigor en Oriente en 533 y en Occidente en 554.
La Dinastía Heraclia:
Los sucesores inmediatos de Justiniano perdieron la mayor parte de las conquistas que éste había conseguido. Heraclio, gobernador general de África, fue emperador y fundó la dinastía de los Heraclios, cuyo rasgo mas característico fue su distanciamiento de occidente y la reorganización del Imperio. Cuando Heraclio (610-641) subió al trono, Bizancio tenía graves problemas económicos y de organización. Él consiguió restablecer la autoridad en la Península Balcánica y venció a los persas sasánidas. Poco después el Imperio tuvo que enfrentarse al Islam, y las tropas musulmanas ocuparon Siria, Palestina, la Mesopotamia Bizantina, Egipto y Armenia. También en esta época perdió sus posesiones en España. Su obra de recuperación política fue efímera, pero su reorganización del ejército y de la administración sirvió de pauta para los dos siglos siguientes. Durante el mandato de los emperadores Heraclios el Imperio se orientalizó bajo el reinado de su nieto y sucesor, Constante II (641-668), los árabes prosiguieron su avance por el norte de África, Asia Menor y las islas del Mediterráneo oriental. Fracasó en sus intentos de llevar a cabo la unificación religiosa del Imperio y de restablecer su autoridad en occidente. Constantino IV (668-685) logró frenar a los árabes. El imperio se reducía en su época a los Balcanes, Asia Menor, parte del centro de Italia, Apulia, Calabria y algunas Islas del Mediterráneo. Afrontó el problema religioso reuniendo el III concilio de Constantinopla (680), que condenó el monoteísmos. Su hijo, Justiniano II, fue destronado por Leoncio. Las turbulencias internas y la presión de los árabes propiciaron su caída y la entronización de Tiberio III (698-704), el cual tuvo que enfrentarse a los mismos problemas que sus antecesores. Finalmente, Justiniano recobró el poder, convirtiéndose en tirano.
Los Isaurios. Leon III y Constantino V:
Bajo los isaurios, Bizancio logró resistrir la presión de los imperios que intentaban destruirla, desarrollo las instituciones creadas en el siglo VIII, transformo el derecho y experimento una grave crisis interna. El fundador de la nueva dinastía, León III, que organizó el ejército y obligó a los árabes a retirarse de Asia Menor. Promulgó la Écloga, un código que humanizaba el derecho de Justiniano. Mientras él realizaba sus reformas, dos grupos antagónicos se enfrentaban en el terreno de la espiritualidad, lucha que acabaría por desestructurar el conjunto de la sociedad bizantina: los iconofilos, partidarios del
Explicación:
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