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1. Definición de la idea de negocio:
Todo parte de una idea. El primer impulso para crear una empresa nace de visualizar una oportunidad, una necesidad no cubierta o un espectro de negocio rentable que no haya sido ocupado por ninguna marca.
En esta etapa, la tarea del emprendedor es similar a la de un escultor: pulir poco a poco la pieza hasta definirla y visualizarla. Es decir, aterrizar los conceptos, concretarlos y hacer el ejercicio hipotético de llevarlos a la práctica. No importa que la idea original sufra cambios; lo importante es darle un sentido.
2. Elaboración del Plan:
El Plan de Negocio es la concreción de la idea en sí misma. Todo lo que se ha pensado y concebido en la primera etapa, ahora se traslada al papel y se plasma en un documento que servirá de referencia para todo el proceso. O en otras palabras, será el marco en el cual se llevará a la práctica la idea de empresa.
Todo Plan de Negocio nace de un exhaustivo análisis de los elementos que componen la idea de empresa. Las proyecciones deben ser viables y realistas. Dichos elementos son:
Los recursos disponibles.
El producto.
El mercado al que se aspira.
La financiación.
Los competidores.
El público.
3. Adquisición de recursos:
Dado que el sostenimiento de una empresa depende casi exclusivamente de su modelo de financiación, el tercer eslabón en la cadena corresponde a la definición de recursos. En esta categoría entran no sólo la inversión inicial y los socios que realizan aportes al negocio, sino también las estrategias de sostenibilidad. El principal objetivo de esta etapa es garantizar la viabilidad de la idea de negocio, pues un número significativo de emprendedores inician labores sin saber a ciencia cierta cuánto tiempo permanecerá el negocio en funciones. Riesgo no es sinónimo de improvisación.
La financiación puede realizarse a través de ámbitos cercanos al emprendedor como su familia, amigos o allegados. Otra forma, aunque más convencional y que supone más requisitos, son los créditos bancarios o los préstamos.
4. Nacimiento del negocio:
Cuando la viabilidad y los otros elementos han sido definidos, el negocio puede ponerse en marcha. Sin embargo, antes de esto es necesario que el emprendedor cumpla con las exigencias legales y jurídicas vigentes en el lugar de operación. Por ejemplo: trámites, licencias, permisos, auditorías, inspecciones, etc.
5. Crecimiento y sostenibilidad:
El trabajo del emprendedor no acaba con la apertura. Por el contrario, es el inicio de un proceso de consolidación y estabilidad. Una vez la empresa esté en funcionamiento, es necesario generar estrategias que ayuden a captar nuevos ingresos, contactar a nuevos clientes y aumentar las ventas. Desde luego, también debe existir una preocupación por la mejora de los procesos internos y de la calidad de los productos, dos elementos que, sin duda, constituyen la mejor inversión a largo plazo para cualquier empresa. Si se los toma en serio, pueden constituirse en valores añadidos a la marca.
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