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Un día verano,segando las hiervas altas, por un falso movimiento me quedé ciego, me dirigí con mi amigo bracero, yendo a su casa tropecé con algo muy caliente, me retiré de inmediato, escuche a mi amigo decir ¡el brasero, el brasero!, mi amigo corrió para ayudarme, le conté lo que sucedió y me dio un abrazo de consuelo, entramos a su casa y me sentó en al frente de la chimenea donde me abrasó las llamas, sentí las manos de mi amigo en mis palmas, me dijo que por el cauce en el que me encontraba cortando las hiervas el terreno era muy malo causando mi ceguera...
Anónimo:
ya quiciera salir
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