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Hace unos años, en conmemoración de los 150 años desde la publicación de El origen de las especies, la biblioteca de Cambridge mostraba al público más de 12.000 piezas originales, y en alta resolución, de sus escritos. En ellos se apreciaba una cosa básica: Darwin se retractó de muchas de sus observaciones.
Aun así, el naturalista no pudo prevenir todos sus errores. Es algo completamente imposible. Así, a día de hoy, todavía hay quien pretende usar estos fallos en su disposición intelectual para detractar el brillante trabajo que realizó. Probablemente, el mayor error de Darwin fue pensar que todas los seres vivos provienen de una célula original primitiva. La célula ancestral.
Pero con el tiempo y la técnica hemos conseguido poner a prueba esta idea. En un estudio publicado hace un tiempo en arXiv, los investigadores mostraban que la idea de una única célula ancestral es, cuanto menos, equivocada.
Y es que todas las células conocidas, probablemente, aparecieron a partir de moléculas y estructuras no celulares. Pero, si lo pensamos bien, al fin y al cabo esto no habla tanto en contra de lo que pensaba Darwin, ¿verdad? Tampoco es para tirarlo todo por la borda.
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Probablemente, el mayor error de Darwin fue pensar que todas los seres vivos provienen de una célula original primitiva. La célula ancestral.
Pero con el tiempo y la técnica hemos conseguido poner a prueba esta idea. En un estudio publicado hace un tiempo en arXiv, los investigadores mostraban que la idea de una única célula ancestral es, cuanto menos, equivocada.
No se equivocó solo en eso. De hecho fueron muchos más los errores de Darwin. Por ejemplo, su defensa por las gémulas, moléculas biológicas de la herencia, eran segregadas por los órganos del cuerpo y se acumulaban en los genitales femeninos y masculinos para luego combinarse y crear un nuevo individuo.
Relacionado con esto, Darwin creía que estas gémulas estaban moldeadas activamente por el medioambiente que rodeaba a un organismo, lo que a su vez influía en la descendencia que tenía. Así lo dejó escrito en 1868, en su obra La variación de animales y plantas domesticados. Este error puede parecerse mucho a lo que decía uno de sus mayores contrapuntos: Jean-Baptiste Lamarck, aunque era formalmente opuesta.
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