Como influye en nuestro organismo la mala alimentación y la falta de
practica de actividad física?
Respuestas
Respuesta: En general, en todo tipo de personas, llevar una alimentación equilibrada permite conseguir un óptimo estado de salud y la energía necesaria para pasar el día.
Explicación:
Actualmente nos encontramos rodeados de “facilidades para comer” ya que podemos comer cualquier tipo de alimento o comida sin movernos de casa.
Por lo general, los trabajos están comenzando a ser más sedentarios, por lo que pasamos la mayor parte del tiempo sin realizar ningún tipo de actividad física.
Pero, ¿cuáles son las consecuencias de estar todo el día sentados?
La falta de ejercicio provoca una ralentización en los procesos mentales y en la producción de hormonas.
La postura que adoptamos para trabajar desde el ordenador nos provoca problemas cervicales a nivel del cuello, sobrecargas, migrañas, bruxismo, etc.
Nuestros pulmones trabajan menos y nuestra calidad de oxígeno empeora.
Las articulaciones, como hombros y muñecas, se ven afectadas por la inactividad que nos provocan lesiones en los tendones.
Las personas que pasan tanto tiempo sentadas pueden desarrollar hasta en un 64% más una cardiopatía isquémica.
Entendemos que la evolución tecnológica nos provoca una constante sensación de comodidad para con la comida y el ejercicio. Ya no salimos a realizar ejercicio físico, “unos parches” o “una maquina milagrosa” va a hacer el ejercicio por nosotros.
Tampoco salimos a hacer la compra al mercado ni a la frutería para comprar fruta ni a la carnicería a comprar carne. Ahora compramos por internet y nos la traen a casa; o compramos todo en el mismo establecimiento como grandes superficies o supermercados.
Esto provoca una limitación social a la hora de movernos: solo necesitamos un teléfono o un ordenador desde donde acceder a la página web de cualquier establecimiento y pedir a domicilio.
¿Es realmente una mala alimentación lo que nos lleva al sobrepeso u obesidad? No.
Es la suma de ciertas formas de vida, no solo la mala alimentación, pues el sedentarismo también tiene parte de culpa.
Según la Encuesta Nacional de Salud 2011-2012, el 41,3 % de la población se declara sedentaria, algo menos de la mitad de las mujeres (46,6 %) y más de un tercio de los hombres (35,9 %).
Por otro lado, en España, la tasa de personas que no hace nunca deporte es del 44% de la población. Es decir, casi uno de cada dos ciudadanos no hace ningún tipo de deporte.
Estos datos nos dejan ver como, en nuestro país, prácticamente la mitad de las personas no realizan ningún tipo de ejercicio. Las causas por las que la gente decide no practicar deporte son la falta de tiempo (45 %) y la falta de interés o motivación (24%), mientras que solo un 1 % dijo no practicarlo por no disponer de instalaciones, amistades con quien hacer deporte o tener sentimiento de discriminación al practicarlo.
Con esto podemos afirmar que tanto una mala alimentación como una mala práctica deportiva puede conllevar a desarrollar distintos tipos de enfermedades.
En la actualidad, es cada vez más común encontrarse con ambas malas prácticas, con sus respectivas consecuencias. Personas que no realizan ejercicio y no se alimentan como es debido, si no que abusan constantemente de “fast food” y ultraprocesados y mantienen una vida prácticamente sedentaria, desarrollando enfermedades hepáticas, obesidad o sobrepeso, diabetes, enfermedades cardiovasculares, fibromialgia, memoria deteriorada con el paso del tiempo, circulación sanguínea más ralentizada, lo que provoca la aparición de varices, tobillos hinchados y, en el peor de los casos, trombosis.
A nivel de masa muscular, los músculos, debido a la inactividad, comienzan a mermarse y a perder su función, provocando un menor gasto en reposo y una tendencia superior a la acumulación de grasa.
La solución a esta epidemia de los “malos hábitos”, según la Organización Mundial de la Salud, bastaría con que realizásemos 150 minutos semanales de ejercicio, aunque fuera de forma moderada: caminar, pasear, comprar, moverse, levantarse de la silla cada media hora o 60 minutos para realizar paseos esporádicos, subir escaleras, etc.
Todas estas actividades deberíamos convertirlas en hábitos, además las empresas deberían favorecer la práctica de alguna actividad física durante la jornada laboral.