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A 140 años del inicio de la “Campaña al desierto”, un breve recorrido de sus principales objetivos y propósitos. Las demandas de quienes habitaron y habitan esas tierras siguen más vigentes que nunca.
Florencia Rodriguez
Miércoles 18 de abril de 2018 | Edición del día
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En 1878, durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, se iniciaba la "Campaña al Desierto", llamada así por la historiografía oficial. Al mando del ministro de guerra Julio A. Roca, el Estado argentino se propuso extender la frontera al sur de la campaña bonaerense avanzando sobre las tierras indígenas teniendo como consecuencia la desarticulación y desmembramiento de dichas comunidades, a la vez que fortalecía el proyecto de la oligarquía terrateniente y estanciera consolidando la hegemonía del Partido Autónomo Nacional (PAN) e incorporando ciento de miles de hectáreas para el naciente modelo agroexportador. Es en este sentido que podría considerarse una de las principales acciones fundadoras del Estado Nacional.
¿Campaña al Desierto?
Hasta 1880 el Estado argentino no había completado la ocupación del territorio que reclamaba como propio. Las zonas no controladas por el Estado eran dos: hacia el norte el Gran Chaco y hacia el sur se extendía la Pampa y la Patagonia. La conquista emprendida por Julio A. Roca fue la más violenta y extendida de las campañas contra los indígenas, pero no la primera, ya que el siglo XIX estuvo signado por avances y retrocesos de la frontera indígena. Adolfo Alsina, anterior ministro de guerra del presidente Avellaneda, ideó la estrategia de realizar una zanja con fortines cada una legua. La “zanja de Alsina” fue criticada en su época por considerarse defensiva, de todas formas logró incorporar cincuenta mil kilómetros cuadrados y dejó sentada la línea para el posterior avance.
Roca adoptó una táctica completamente distinta, organizó una ofensiva militar formada por 6000 soldados del ejército integrado por cinco divisiones equipadas con moderno armamento, los fusiles Remington. Él comandó la primera división compuesta por 2000 soldados e “indios amigos”, cumpliendo su objetivo de llegar a Choele Choel a los márgenes del Rio Negro.
La campaña militar implicó el avance estatal en la región sur y oeste de Buenos aires, la Pampa, Sur de Córdoba, San Luis y Mendoza; además de la región norpatagónica de Neuquén y Río Negro. La mayor parte de la población indígena que allí habitaba fue apresada y quedó a disposición del gobierno nacional que estableció como políticas del Estado la desestructuración social de las comunidades. Esto se llevó adelante de dos formas intervinculadas: una vez apresados los indígenas eran trasladados y confinados en distintos espacios de encierro dependientes del Ejército y la Marina (el más conocido en la Isla Martín García) con el objetivo de “civilizarlos” donde los bautizaban y cambiaban sus nombres, para luego pasar al sistema de reparto que implicaba la distribución de manera forzada en emprendimientos productivos (estancias, ingenios, viñedos, canteras, etc.) [1]