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Tras cinco años de bonanza, América Latina sufre los efectos de la crisis mundial. Aunque la región se encuentra en mejores condiciones que ante otras crisis, su impacto se sentirá, especialmente en países como México, sumamente dependientes de Estados Unidos. En este marco, la crisis económica podría reflejarse en una mayor inestablidad política en algunos países, dependiendo no solo de factores económicos sino, especialmente, de cuestiones políticas. Lo central, en todo caso, es que la tormenta económica no necesariamente generará una tendencia homogénea ni una corriente de opinión masiva en una misma perspectiva, sino una mutiplicidad de caminos que dependen de cada situación nacional.
Impactos económicos y políticos en América Latina
La crisis y recesión económica global que estalló en setiembre de 2008 afecta a todos los países del planeta. No hay territorios blindados. Como se señala en este trabajo, los ciclos de expansión y contracción son parte consustancial de la historia económica.
En la década del 90, en América Latina, el ciclo de modesta expansión que se extendió entre 1991 y 1994 fue seguido por la retracción derivada del «efecto tequila» y de la crisis asiática. Los efectos políticos de esta contracción económica fueron diversos y complejos, pero tuvieron mucho que ver con lo que se ha dado en llamar el «giro a la izquierda» en las preferencias electorales de un sector importante de la población.
La importante expansión económica que se registró en la región en los cinco años anteriores al estallido de la crisis, es decir entre 2003 y 2008, puso a la mayoría de los países en condiciones distintas –y mejores– de las que se derivaron del breve y más modesto ciclo expansivo de la década anterior. Al parecer, algo se había aprendido. Este es el contexto en el que estalló la actual crisis, que abre interrogantes sobre los efectos económicos y políticos en la región latinoamericana.
Las crisis de los 90
Entre fines de los 80 y comienzos de los 90, en América Latina se generalizó el Consenso de Washington. Este nuevo ordenamiento económico contribuyó a detener la hiperinflación y corrigió muchos desajustes que se habían gestado en etapas anteriores. La confianza creció y los capitales extranjeros empezaron a regresar. La crisis de los 80 había sido tan profunda que el rebote fue importante en términos relativos. El optimismo se recuperó, y se dio por superada la etapa de crisis económica. En este contexto, la situación política se estabilizó. Con algunas excepciones, como la del Perú de Alberto Fujimori, los gobiernos elegidos democráticamente lograron institucionalizarse. Hacia 1997, 61% de los latinoamericanos preferían la democracia como sistema de gobierno.