• Asignatura: Castellano
  • Autor: aylin93
  • hace 8 años

resumen de ese viejo cuento de amar​

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Respuesta dada por: LoSientoBro804
4

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Explicación:

Después del horóscopo, de mis colores favoritos y de la posible influencia de la luna, vienen esas preguntas que esperaba y a las que, de no ser por sus ojos tristes, contestaría de inmediato con un si, ya lo sé, el amor es puro cuento. Pero ella me mira tristísima y detiene por unos instantes la grabadora para decir que la pena es real, y si ha concurrido a la cita es porque ya estaba fijada y la revista es la revista, y lo otro, lo que no tiene nada que ver, pero se le nota en cada gesto, es el deseo de haberse quedado llorando en su departamento, del cual, dos días atrás salió un para mí difuso Ernesto, llevándose un amor de cinco años, su virginidad, los cassetes del Silvio y todas sus camisas, salvo aquella amarilla, horriculenta, que a veces ella usa para dormir. Que cómo, cuándo y de dónde salía eso de inventar historias con la ambición de contar la vida a pedacitos, es una excusa para olvidar el departamento, o sea, ya le dije, lo otro, y de pasadita, onda peón al paso, me obliga a retroceder en el tiempo —como si el corazón fuera una National Panasonic— y quedar instalado en el café del barrio, acariciando una botella de cerveza tibia, que entraba de mala gana por la boca, pero que era necesario beber porque era lo normal en el proceso de hacerse hombre —macho, decía el Paco Suárez— y la primera curda era un comienzo algo es algo peor es nada, ya que faltaba lo más importante, aquello que cosquilleaba entre las piernas y se imaginaba cuando mirábamos los muslos de la profesora de castellano o me llevaba a varias compañeras de curso al sueño de mi pieza, a esa cama que ya no daba más de tanto Sade y Pitigrilli, leídos ahí, en la camota virgen, y también a escondidas en los recreos del liceo, o en las clases de educación física del Mono Miranda, que prefería aceptar una invitación a cervecear antes que tenernos trotando en el gimnasio, sudando por todas las espinillas esas ganas tremendas de coger que teníamos, y de las cuales unos pocos se habían logrado deshacer donde la tía Lucy,

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