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Explicación:maginación e ingenuidad
Baudelaire posee un concepto de la imaginación un tanto especial: es la facultad que, según él, capta el misterio que subyace a la realidad, es decir, permite ver las cosas de una manera sensible, emotiva, mágica.
La ingenuidad es, asimismo, una forma de ser que pasa por alto lo artificioso, lo rebuscado y lo sofisticado. Por ello mismo, es una cualidad muy apreciada por ciertos poetas (Schiller, Novalis, Carlyle, Coleridge, Baudelaire...) y artistas (Runge, Friedrich, los expresionistas alemanes de principios del XX, Van Gogh, Miró...). Debido a su sencillez y sinceridad, el ingenuo, al igual que el niño, transmite un entusiasmo y unos sentimientos y sensaciones que dejan entrever lo mejor de nosotros mismos.
No obstante, para que el poeta o el artista pueda transmitir cualquier tipo de emoción, por muy simple y bella que sea, no basta con que dé rienda suelta a la fantasía. Es necesario, también, que se someta a un plan concreto, definido, estricto. Un poema, un cuadro (si es moderno, lleno de rayas, brochazos, manchas de colores), aunque parezca simple, sencillo, requiere un técnica compleja y mucho, mucho esfuerzo. Edgar Allan Poe, muy admirado por Baudelaire, es partidario de un método compositivo que permita delimitar las emociones que se han de transmitir a través de un poema. Un método, por supuesto, que lo aplica gran parte del arte moderno, aunque el cuadro colgado en la pared parezca un absurdo, un sin sentido: detrás de una pintura así, o de una escultura, siempre hay una intención de sorprender, de motivar, de sensibilizar al espectador.
3.2 Correspondencias y analogías
Muchas veces, al contemplar una bella puesta de sol, al mirar una flor hermosa, incluso al oler un determinado perfume, sentimos algo que no podemos describirlo, pero ese algo es capaz de estremecernos hasta dejarnos sin palabras. También sucede entre las personas cuando existe una estrecha afinidad entre ellas: es lo algunos llaman química y buenas vibraciones, y otros, simplemente, amor. Los románticos alemanes (Novalis, Runge, Carus, Friedrich...), ingleses (Byron, Shelley...) y franceses (Balzac, Baudelaire...) cultivaron este tipo afinidades porque poseen una enorme carga poética: las denominaron correspondencias y analogías universales.
El poema Correspondances de Baudelaire, uno de los más importantes de Las Flores del Mal, ilustra magníficamente las afinidades a las que nos estamos refiriendo. Ni qué decir tiene que la vivencia de este tipo de sensaciones tiene un matiz místico, aunque sólo sea por el hecho de querer expresar el misterio que nos envuelve y que únicamente es expresable a través de ciertas asociaciones que se producen entre sensaciones, sentimientos, perfumes, colores, sonidos musicales...
3.3 El Spleen en Baudelaire
El tema central de la poesía de Baudelaire es el Spleen, una palabra inglesa que viene a significar melancolía, tedio, hastío, aburrimiento. En el París de Baudelaire, como ahora, como siempre, el spleen es una sensación que tiene unas causas y unas consecuencias a las que no han sido ajenos ningún poeta, escritor, artista o filósofo (ni siquiera el vecino que nos saluda todos los días), salvo los racionalistas, los que piensan que dichas sensaciones son enteramente prescindibles. Sí, pueden ser prescindibles, pero no por ello dejan de vivirse, y hasta se sufre por no poder alejarlas de sí.
La soledad; los instantes en los que uno contempla la caída de la tarde; los días grises y lluviosos, cuando al mirar a través de la ventana vemos deslizarse un reguero de agua por el cristal; el otoño, siempre el otoño... Todos ellos son momentos melancólicos en los que nos recogemos sobre nosotros mismos, y requiere mucha fortaleza de ánimo poder superar la sensación de abatimiento que nos invade. Cuando ello no es posible, acudimos a diversas soluciones: viajar, pasear, buscar compañía, distraernos oyendo música o leyendo algún libro, y lo que es más peligroso, acudiendo a lo que Baudelaire denomina Paraísos artificiales.
3.3.1 Los paraísos artificiales
Hay diversos paraísos artificiales: al alcohol, el hachís, la heroína, la cocaína, las drogas que llaman de diseño... Si para superar el Spleen acudimos a las drogas, no resolvemos el problema. No obstante, hay artistas, poetas o escritores que han consumido diversas drogas con el fin de experimentar y de ensanchar la percepción de los sentidos para ver más allá, o mejor, que la mayoría de las personas. Los riesgos son evidentes: aparte de engancharse al consumo de cierta droga, queda mermada la capacidad creativa del poeta o del artista porque ya no puede crear sin acudir a las drogas. Baudelaire es consciente de todos estos peligros, aunque él fuera un moderado consumidor de láudano (un preparado a base de opio) para superar las fases más dolorosas de la sífilis que padecía.