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Heidi es una encantadora chiquilla de corta edad que, huérfana de padre y madre, su tía no tiene más remedio que dejarla al cargo de su abuelo, el cual vive en una cabaña solitaria situada en plenos Alpes suizos.
El hombre, huraño e incluso temido por sus convecinos, aunque inicialmente se muestra malhumorado con la responsabilidad que le otorgan finalmente decide hacerse cargo de la niña, descubriendo que esta se adapta muy bien a su nueva vida mostrándose encantada de vivir en la cabaña.
Además de trabajar con esmero en las tareas diarias Heidi acompañará regularmente a Pedro, un chico de once años que trabaja como pastor y en los días de verano traslada las cabras del pueblo hacia lo alto de las montañas.
A su vez será precisamente Heidi quien lentamente irá reconciliando el abuelo con las gentes del pueblo, sobretodo a partir del momento que le solicita ayuda a la hora de arreglar la casa de Pedro, quien vive de forma muy humilde junto a su madre y a su abuela ciega.
No obstante al cabo de un tiempo la tía de Heidi regresa con la intención de llevarse la pequeña hasta Frankfurt, pues conoce una rica familia llamada Sesemman que necesita una persona para que haga compañía a su hija inválida. Después de una agria discusión el abuelo cede y Heidi debe enfrentarse a una nueva vida lejos de las montañas que tanto ama.
Al entrar en el servicio de la familia Heidi conoce a Clara, la cual desde hace muchos años se encuentra postrada en una silla de ruedas y que apenas sale de la casa. Aunque rodeada de criados, la niña emocionalmente está prácticamente abandonada por su padre quien siempre se encuentra de viaje de negocios.
La vida de Heidi en la ciudad no solamente se verá dificultada por la añoranza que siente por las montañas sino también por las duras condiciones que constantemente le impone la señorita Rotenmeyer, gestora de la casa cuando el propietario de la misma se encuentra ausente.
Esta situación se verá momentáneamente suavizada cuando entra en escena la abuela de Clara, quien pasa unos días junto a su nieta y a Heidi, demostrando además una gran capacidad para comprender a la protagonista de esta historia.
Pero Heidi vuelve a caer en una profunda tristeza tras la marcha de la abuela, siendo precisamente entonces cuando el servicio afirma que en la casa suceden cosas extrañas durante la noche. Estas noticias lógicamente alarman al propio señor Sesemman quien decide aclarar el asunto en persona.
El hombre, huraño e incluso temido por sus convecinos, aunque inicialmente se muestra malhumorado con la responsabilidad que le otorgan finalmente decide hacerse cargo de la niña, descubriendo que esta se adapta muy bien a su nueva vida mostrándose encantada de vivir en la cabaña.
Además de trabajar con esmero en las tareas diarias Heidi acompañará regularmente a Pedro, un chico de once años que trabaja como pastor y en los días de verano traslada las cabras del pueblo hacia lo alto de las montañas.
A su vez será precisamente Heidi quien lentamente irá reconciliando el abuelo con las gentes del pueblo, sobretodo a partir del momento que le solicita ayuda a la hora de arreglar la casa de Pedro, quien vive de forma muy humilde junto a su madre y a su abuela ciega.
No obstante al cabo de un tiempo la tía de Heidi regresa con la intención de llevarse la pequeña hasta Frankfurt, pues conoce una rica familia llamada Sesemman que necesita una persona para que haga compañía a su hija inválida. Después de una agria discusión el abuelo cede y Heidi debe enfrentarse a una nueva vida lejos de las montañas que tanto ama.
Al entrar en el servicio de la familia Heidi conoce a Clara, la cual desde hace muchos años se encuentra postrada en una silla de ruedas y que apenas sale de la casa. Aunque rodeada de criados, la niña emocionalmente está prácticamente abandonada por su padre quien siempre se encuentra de viaje de negocios.
La vida de Heidi en la ciudad no solamente se verá dificultada por la añoranza que siente por las montañas sino también por las duras condiciones que constantemente le impone la señorita Rotenmeyer, gestora de la casa cuando el propietario de la misma se encuentra ausente.
Esta situación se verá momentáneamente suavizada cuando entra en escena la abuela de Clara, quien pasa unos días junto a su nieta y a Heidi, demostrando además una gran capacidad para comprender a la protagonista de esta historia.
Pero Heidi vuelve a caer en una profunda tristeza tras la marcha de la abuela, siendo precisamente entonces cuando el servicio afirma que en la casa suceden cosas extrañas durante la noche. Estas noticias lógicamente alarman al propio señor Sesemman quien decide aclarar el asunto en persona.
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ayudaaaaaaa quiero un resumen de el capitulo 38 de la obra heidi
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