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Respuesta: Diría, sin querer entrar ahora en detalles no pertinentes —lo cual no significa que dejen de ser importantes y hasta cruciales—, que los llamados medios de comunicación masiva son los mediadores por excelencia en la relación existencial entre el Hombre y su Mundo. Y, aunque tampoco puedo entrar en este momento en la discusión de cuáles son estos medios de comunicación masiva —sería tema suficiente para otro debate, considero que se pueden aceptar, por ejemplo, la prensa y sus similares, la radio, la televisión y las redes.
A través de aquellos nos exponemos al bombardeo de la información, y se despliegan ante nosotros, ante los grupos y las comunidades, ante los colectivos móviles que constituimos y en los cuales nos insertamos, más posibilidades de relación con el Mundo que aquellas que podemos realmente aprovechar, fundamentalmente porque en el rompimiento-ampliación del horizonte temporal dentro del cual tienen que darse las interrelaciones, hemos avanzado menos que en el desarrollo de las virtualidades que rompen el horizonte espacial.
Esto hace que, cada vez más, las decisiones frente al gran despliegue de opciones de relación sean más complejas y que, si no estamos suficientemente preparados para las nuevas, crecientes y cambiantes complejidades, permitamos que, de alguna manera, los medios tomen decisiones por nosotros y, por tanto, les entreguemos esa capacidad originaria de definir nuestra existencia y, por ende, nuestra identidad.
En este panorama surgen los dos escenarios que, para lo requerido aquí, caracterizaremos de manera corta, elemental y neta, conscientes de que la realidad nunca es blanca ni negra, sino una gama casi infinita y sobrepuesta de simultáneos grises.
Los profetas del desastre.- Los mediadores —continuamos hablando sin olvidar lo anteriormente expuesto sobre los medios, entendidos como medios masivos de comunicación y, por tanto, como mediadores—, los medios, entonces, determinan el menú de opciones de interrelación y, además, la elección que hacemos de ellos para actuar y existir; inclusive la posibilidad y la realidad de la relación con los otros.
Ésto lo pueden lograr a través de muchos mecanismos y estrategias: selección de la información, intensidad del mensaje, canal utilizado, indicación de criterios de priorización, incentivos reales o figurados para la selección de determinadas opciones…
Y como realmente lo logran en muchos casos, los profetas del desastre dejan de ver otras posibilidades y comienzan a predicar anatemas contra los medios: convierten a los individuos y a los colectivos en masa y anulan identidades; homogeneizan las culturas y determinan el consumo de acuerdo con intereses dominantes… Además, a partir de aquí, las brechas crecen, la pobreza aumenta, la división internacional del trabajo consolida estados y hasta modelos de desarrollo y subdesarrollo, las existencias pierden posibilidades y las identidades son engullidas por las modas, entre otros ejemplos.