Respuestas
Respuesta:
En el siglo XIX Cota Rica fue el país centroamericano mejor explorado científicamente por
naturalistas extranjeros, residentes o viajeros: Oersted, Frantzius, Gabb, Polakowsky y otros.
Hacia 1880 había sólo un naturalista costarricense, el ornitólogo José C. Zeledón. Por esa época,
Anastasio Alfaro, en sus 20 años, se iniciaba como colector de plantas, animales y minerales,
trabajando en la Oficina Nacional de Estadística. Se le encargó organizar exposiciones anuales,
en 1885 y 1886, en las que se exhibían los principales productos de la agricultura e industria
nacional, colecciones zoológicas y botánicas y objetos arqueológicos. Una vez terminadas esas
exposiciones, los objetos expuestos volvían a sus dueños. Fue esto lo que parece que impulsó a
Alfaro a planificar y una institución permanente, un museo nacional, en el que no sólo se
expusieran colecciones sino que se hiciera investigaciones científicas. El gobierno de entonces, formado por un grupo
de políticos jóvenes, liberales y progresistas, acogió la idea y envió a Alfaro a que estudiara la organización del museo
nacional de Estados Unidos, la Institución Smithsoniana. Pocos meses después de su regreso, se creó, por decreto de
4 de mayo de 1887, el Museo Nacional y se nombró a Alfaro como su secretario administrativo.
Explicación:
porque si
Fue arqueólogo, geólogo, etnólogo, zoólogo y escritor costarricense. Sus obras literarias trataban de temas filosóficos, históricos, científicos y poéticos.
En la escuela elemental y en el Instituto de Alajuela sobresalió como excelente alumno. Tuvo por profesor a don León Fernández, quien supo guiar sus pasos por el camino de la investigación histórica y naturalista. En San José estudió en el Instituto Nacional; obtuvo el Bachillerato en Artes por la Universidad de Santo Tomás en 1883. Cursó la carrera de Derecho y obtuvo la pasantía, pero nunca ejerció la profesión de abogado.
Colaborador del Anuario Estadístico, publicación que incluía observaciones meteorológicas, su interés por la naturaleza lo movió, desde muy joven, a coleccionar aves, insectos, minerales y plantas, y a solicitar en 1885 al entonces Presidente de la República, don Bernardo Soto, la creación de un Museo Nacional. Posteriormente viajó a Washington para informarse sobre la mejor forma de dar concreción a la idea, y en 1887, con la suya propia y otras valiosas colecciones, abrió sus puertas el Museo, del que fue nombrado secretario. Durante el resto de su vida fue un gran impulsor de la divulgación en el exterior de las riquezas naturales de Costa Rica.
Por muchos años se desempeñó como profesor de Ciencias en colegios de segunda enseñanza.
Falleció en San José en 1951. Por vez primera fue decretado "Duelo de Estado" por la muerte de un científico, en esa ocasión. Posteriormente el Congreso Nacional lo declaró Benemérito de la Patria.
Entre sus obras se encuentran: Lista de las plantas encontradas hasta ahora en Costa Rica (1888), Entología centro-americana (1892), Antigüedades de Costa Rica (1892), Mamíferos de Costa Rica (1897), Arqueología criminal americana (1906), Buenas construcciones (1911), Investigaciones científicas (1935), El Delfín de Corubicí (1923) y Petaquilla (1923).