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Explicación:
El Salvador adopta el dólar como moneda nacional para intentar salvar su economía
JUAN JESÚS AZNÁREZ
03 ENE 2001 - 00:00 CET
Panamá, en 1904, Argentina, en 1991, con paridad fija entre el peso y el dólar, y Ecuador, en 1999, precedieron a la decisión tomada en El Salvador por el Gobierno de Francisco Flores, de la conservadora Alianza Republicana Nacionalista (Arena).
La población del pequeño país centroamericano, 5,9 millones de habitantes, afronta las incomodidades y ajustes propios de una medida que, contrariamente a Argentina, donde el peso y el dólar conviven legalmente, pretende dolarizar totalmente todas las transacciones económicas, bancarias y comerciales en el plazo de seis meses. Ése es también el camino tomado por Ecuador para detener su hiperinflación y abrupta devaluación del sucre.
Poco a poco serán superados en El Salvador equívocos como los registrados entre el cobrador y un pasajero de un autobús público a propósito de la presentación de una moneda fraccionaria de dólar. '¿No tenés de las de aquí?', reclama aquél. 'No', ¿Y ésta de a cómo es? 'De veinticinco centavos'. El cobrador la escruta, y finalmente la rechaza por sospechosa: 'Aquí dice quarter, así que dame 70 centavos de colón'. '¡Qué devergue!', brama el otro. Buena parte de los taxistas y comercios trabajaron ayer calculadora en mano, adaptando carreras y ventas a la conversión del dólar, que quedó fijada en 8,75 colones por unidad.
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La confusión de los primeros días bien merece la pena, de acuerdo con el criterio gubernamental, puesto que, de entrada, la histórica transformación financiera, avalada por la banca y la gran empresa, ha conseguido reducir en más de tres puntos los tipos de interés de los préstamos hipotecarios: del 15% al 11,9%, y probablemente impedirá galopadas inflacionistas. Una misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) vigilará la aplicación de un plan que, determinado en buena parte por la entrada en el país de los 1.300 millones de dólares anuales aportados por el más de un millón de inmigrantes salvadoreños en Estados Unidos, persigue estimular el crecimiento económico, desde el 2,5% conseguido en 2000, un punto menos que en 1999, a un 4,5% en 2001.
Otra de las metas del nuevo esquema, que afectará los intercambios en el seno del nuevo Tratado de Libre Comercio firmado por México, Guatemala, El Salvador y Honduras, que entrará en vigor dentro de varias semanas, es atraer inversiones extranjeras hacia una nación que dispone de unas reservas de 2.000 millones de dólares. La masa monetaria circulante en el país requirió un desembolso inicial de 730 millones de dólares, entre billetes y monedas, para que cada colón esté respaldado por un dólar. La dolarización no ha sido bien recibida en amplios sectores de la población, y de la oposición de izquierdas, del ex guerrillero Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), que la considera el preludio del sometimiento nacional a las directrices de la Reserva Federal norteamericana: una recesión económica del poderoso vecino puede traducirse en una recesión en El Salvador, y una depresión económica en este país causar una fuga de los dólares hacia economías más estables.
Con la dolarización, estima el Colegio de Profesionales de Ciencias Económicas, la salud de la economía salvadoreña, o de aquellas que sigan su ejemplo, dependerá de la obtención de más dólares, en concepto de exportaciones y remesas de emigrantes, para compensar la salida de dólares por importaciones. 'En la actualidad, el valor en dólares de las importaciones es muy superior al de las exportaciones y una parte muy importante de las importaciones se está financiando con las remesas familiares del exterior'. El dinero enviado a sus familiares por los salvadoreños tiende al estancamiento, cuando no a la progresiva disminución, según el colegio de economistas.
'¿Le pago en dólares o en colones?', pregunta un ciudadano a una cajera. 'Mejor en colones porque todavía no entiendo nada de dólares', responde ésta. Un sondeo del Instituto de Opinión Pública de la Universidad Centroamericana constató que el 47% de la muestra objeta la Ley de Integración Monetaria que franqueó el paso a la dolarización, aprobada en noviembre por el Congreso, otro 35% la apoya y una mayoría teme que sólo 'beneficiará a los ricos'. Hoteles, restaurantes, gasolineras y comercios cuentan ya con rótulos que informan de los precios en las dos monedas de curso legal, y los cajeros automáticos sólo entregan dólares. 'El dólar está con nosotros y llegó para quedarse', declaró Juan José Daboud, secretario técnico de la presidencia, artífice de la ley de dolarización.
* Este artículo apareció en la edición impresa del martes, 02 de enero de 2001.