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Respuesta:
esta es la respuesta
Explicación:
La permisividad. Los adultos somos los que hemos de decirle al niño/a lo que está bien o lo que está mal. Un hijo/a que hace “fechorías” y sus padres no le corrigen piensa que es porque no lo quieren o no lo valoran. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.
Ceder después de decir “no”. El “no” es innegociable. Nunca se puede negociar el no; es el error más frecuente y que más daño hace a los niños. En cambio, el “sí” sí se puede negociar. Si creemos que el niño puede ver la tele, negocie con él qué programa y cuanto rato.
El autoritarismo. Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que los padres quieren anulándole su personalidad. Sólo persigue la obediencia por la obediencia.
Falta de coherencia. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos.