Respuestas
Respuesta:
La competencia motriz (CM) es la manifestación de la habilidad motriz (HM) como respuesta contextualizada. La CM contribuye a que los jóvenes dispongan de un mayor repertorio de opciones motrices en la que se sientan competentes. En sentido opuesto, la incompetencia motriz puede llevar a una inhibición o inactividad progresiva que a la vez genera más incompetencia y menos adherencia a la actividad física (AF) en la infancia y la edad adulta.
La evidencia científica muestra cómo la inclusión de AF orientada a la vivencia de experiencias ricas en HM, desarrollada por especialistas en educación física, favorecen el desarrollo de la CM en los jóvenes.
A su vez, existen evidencias de que el trabajo neuromuscular integrado mejora la salud y el rendimiento de las HM.
En esta línea, el presente trabajo tiene un enfoque triple: (a) definir la relación entre la CM y la práctica de AF saludable (b) justificar la necesidad de establecer un diagnóstico para el desorden por déficit de ejercicio, y (c) proponer el trabajo neuromuscular integrado como metodología para mejorar la condición física y la CM de los niños y adolescentes.
Explicación:
¿Qué son las habilidades motoras gruesas?
Las habilidades motoras gruesas son aquellas que requieren el movimiento de todo el cuerpo e involucran los músculos necesarios para realizar las funciones cotidianas, como estar de pie, caminar, correr y sentarse erguido. También incluye habilidades de coordinación ojo-mano, como habilidades con la pelota (lanzar, atrapar, patear).
¿Por qué son importantes las habilidades motoras gruesas?
Las habilidades motoras gruesas son importantes para permitir que los niños realicen funciones cotidianas, como caminar, correr, saltar, así como habilidades de juego (por ejemplo, escalada) y habilidades deportivas (por ejemplo, atrapar, lanzar y golpear una pelota). También son cruciales para las habilidades cotidianas de autocuidado, como vestirse (donde debe poder pararse sobre una pierna para colocar la otra pierna en la pernera del pantalón sin caerse).
¿Cómo puedo saber si mi hijo tiene problemas con las habilidades motoras gruesas?
Si un niño tiene dificultades con la motricidad gruesa, es posible que:
Llegue tarde a los hitos del desarrollo (es decir, a sentarse, gatear, caminar, correr o saltar).
Se mueva rígidamente y carezca de movimientos corporales fluidos o, alternativamente, esté incómodo y parezca torpe.
Evite la actividad física.
Participe en actividades físicas solo por períodos cortos (tenga baja resistencia).
No pueda mantener una postura erguida cuando está sentado en una colchoneta o en una mesa.
No pueda realizar las mismas habilidades que sus compañeros.
No pueda seguir instrucciones de varios pasos para completar una tarea física (por ejemplo, una carrera de obstáculos).
No pueda planificar y secuenciar correctamente los eventos o pasos en un proceso (por ejemplo, dar un paso adelante antes de lanzar).
No realice movimientos de forma segura (como por ejemplo en la escalada).
Necesite poner más esfuerzo que sus compañeros para completar una tarea.
Pierda la habilidad previamente dominada si no la sigue practicando.
No sea capaz de transferir una habilidad, es decir, usar la misma habilidad de forma diferente (por ejemplo, poder cambiar fácilmente entre lanzar una pelota grande o pesada a una pelota pequeña o ligera).
¿Por qué debería buscar terapia si noto dificultades con la motricidad gruesa de mi hijo?
La intervención terapéutica para ayudar a un niño con dificultades motoras gruesas es importante para:
Aumentar su confianza en las actividades que implican habilidades motoras gruesas (como por ejemplo, jugando en el patio de recreo, corriendo, saltando).
Mejorar su autoestima.
Aumentar su habilidad deportiva y confianza para participar en diferentes deportes, lo cual también permite que el niño enriquezca su vida y desarrolle nuevas amistades.
Ayudar a tu hijo a desarrollar la fuerza y la resistencia para manejar las necesidades físicas de un día escolar completo.
Brindar a tu hijo una base sólida de apoyo para que pueda usar mejor sus brazos y manos para desarrollar habilidades motoras finas (como manipular objetos pequeños, como lápices, tijeras, llaves, botones y cremalleras).