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La teleología y la deontología son dos de los tres enfoques principales que existen para el estudio de la ética. La ética deontológica es un sistema basado en reglas, impulsado con un estado moral supeditado al cumplimiento de las normas. La teleología, por lo general llamada consecuencialismo, basa la moral en el resultado final de una acción. Aunque hay muchas diferencias entre estos dos enfoques éticos, lo más significativo es que la deontología estudia las acciones y las normas, mientras que la teleología estudia las consecuencias.
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Perspectiva deontológico
La primordial discrepancia entre estos dos apuntes reside en el tema sobre el que se agrupan. La ética deontológica se convoca en las acciones y en las normas. Los métodos éticos deontológicos rondan en torno a un conjunto de reglas, que pueden diferir de un sistema a otro. Por ejemplo, la teoría del Mandato Divino presenta que una acción es correcta si Dios declaró que es correcta; en este ejemplo, Dios, u otra deidad, constituye las reglas y sólo las acciones que cumplen con esos preceptos son morales. Ten en cuenta que esta teoría no se detiene en la intención, los deseos y los resultados de las acciones en cuestión. El enfoque deontológico no se basa exclusivamente en un fundamento religioso. Otros sistemas deontológicos tienen sus bases en el principio de la no agresión, el cual afirma que no hay justificación moral para usar la fuerza a fin de agredir a otro ser humano. Este principio se resiste a la violencia física y a la coerción política como el sistema fiscal o la restricción de libertad de expresión. Los libertarios deontológicos, como Murray Rothbard, abogaron por este concepto.
Enfoque teleológico
La teleología no se centra en las acciones propiamente dichas o en cómo respetan el sistema de normas. La ética teleológica, consecuencialismo, se preocupa por el efecto final. La esencia de todas las formas de la ética teleológica fue definida excepcionalmente por el fundador del utilitarismo, Jeremy Bentham: “el máximo bienestar para el máximo número”. En consecuencia, el impacto de la sociedad como un todo es lo que determina la moral. Este enfoque difiere de la deontología, ya que no se basa en un conjunto de reglas muy estrictas; las acciones pueden ser morales o inmorales según las circunstancias.
Orígenes
La deontología moderna tiene sus raíces en los escritores del Iluminismo de Europa continental. Rene Descartes de Francia fue un filósofo iluminista cuyas ideas influyeron en los escritores posteriores de todas las disciplinas científicas y filosóficas, la ética inclusiva. Sin embargo, el escritor deontológico más influyente fue Immanuel Kant de Königsberg, Prusia (hoy en día Kaliningrado, Rusia). Por otro parte, la ética teleológica, principalmente en forma de utilitarismo, se desarrolló en Inglaterra a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Jeremy Bentham fundó la escuela del utilitarismo, pero fue John Stuart Mill quien refinó esta teoría en la década de 1800.
Período de vida
La deontología en forma de teoría del Mandato Divino existe desde los tiempos de la antigua Grecia, cuando Platón abordó el concepto en su escrito “Eutifrón”. El debate continuó con los eruditos medievales como Tomás de Aquino hasta el Renacimiento y, finalmente, dio paso a la ética kantiana en 1700. La extensa vida de la deontología se pone en contraste con la ética teleológica que se desarrolló como una teoría ética formal recién en los siglos XVIII Y XIX.