Respuestas
Respuesta: Apretujados frente a la tarima Francisco el Hombre y el palo e Mango, los dos santuarios del vallenato, los vallenatos han soportado con estoicismo las incomodidades del ritual acordeonero, que en sus bodas de plata coronará a sus nuevos reyes.
Sin embargo, los avatares de estos romeros venidos desde La Guajira, las sabanas de Córdoba, Magdalena, Sucre y Bolívar, y de los departamentos de Santander y Boyacá, entre otros, fueron compensados en la segunda noche de la fiesta.
El goce del pueblo llegó al clímax durante la serenata que Gustavo Gutiérrez Cabello, El flaco de oro, le brindó a Valledupar con motivo de los 25 años de esta parranda.
A muchos acordeoneros y verseadores, al igual que a Bejarano, los atrae el encanto de la plaza Alfonso López de Valledupar. Escoger este escenario para el embeleco del festival , como califican su idea el ex presidente López, Rafael Escalona y Consuelo Araújo Noguera, estuvo dentro de los puntos de partida para congregar anualmente a los mejores ejecutantes del acordeón, y todo lo que tuviera relación con el folclor del Valle del Cacique Upar.
En principio se improvisó el entarimado, pero en 1986 se construyó la actual estructura, que últimamente ha generado controversias ante su posible reubicación.
No obstante, los vallenatos no quieren que la toquen. Así se comprobó el año pasado cuando el gobernador Abraham Romero quiso hacer cumplir la orden de demolerla y en su lugar colocar un monumento del expresidente Alfonso López Pumarejo.