Respuestas
Respuesta:
Como es sabido, la industria farmacéutica se integra por tres componentes: la investigación y el desarrollo, la manufactura y la comercialización de los bienes que elabora.
Concentrándonos en la manufactura, este sector productivo precisa para su desarrollo de materias primas de diversa índole que le permitan producir los medicamentos, no solo con base en condiciones productivas que agreguen valor económico al sector y a México, sino en estándares que precisa la sociedad para consumirlos con la mayor seguridad y eficacia posibles.
Dentro del proceso productivo de la manufactura, una materia prima clave es la de los principios activos y, de manera particular, para la elaboración de medicamentos de síntesis química, los farmoquímicos.
En el modelo de sustitución de importaciones que prevaleció en México en la segunda mitad del siglo XX, el sector farmacéutico –es decir, las industrias farmoquímica y farmacéutica- constituía una porción clave de dicho modelo[1], el cual exhibió un desarrollo notable pues del decenio de los años sesenta, en el que el número de empresas dedicadas a producir farmoquímicos pasó de 6 a 90 al inicio de la década de los noventa, en tanto que las dedicadas a producir medicamentos en México se elevó de 77 a más de 400, entre los decenios 40 y 80 de la misma centuria[2].
Sustentado en una política sanitaria orientada a incrementar la cobertura de atención médica de la población, el consumo de los medicamentos en los años 80 creció a tasa de crecimiento anual de 30%[3], privilegiándose la integración de la cadena de valor del sector, entendiendo por cadena de valor “al conjunto de actividades productivas realizadas por empresas que se encuentran integradas alrededor de la producción de un mismo bien, que van desde los productores de materias primas hasta el consumidor final”.
Como consecuencia de la crisis de 1982, que no concluyó sino hasta 1986, el gobierno de la República emprendió una serie de acciones dirigidas a profundizar la sustitución de importaciones, plasmado en el Decreto para el Fomento y la Regulación de la Industria Farmacéutica de 1984 con el propósito de enfrentar el desabasto de medicamentos generado por las devaluaciones y las altas tasas de interés.
Entre las medidas adoptadas se encontraban: elevar el grado de integración nacional de 43% en 1983 a 64% en 1988, se promovió la importación de los medicamentos esenciales que cubrieran los grupos de acción terapéutica con mayor índice de enfermedades en el país, se instrumentaron programas de financiamiento dirigidos a promover las medidas antes señaladas, además de que se dispuso de una política financiera dirigida al desarrollo de este sector productivo.
Sin embargo, frente al persistente fenómeno de la inflación –que alcanzó cifras de tres dígitos anuales en los 80- se modificó la estrategia de desarrollo nacional en el que se dispuso la apertura comercial como una medida que buscaría proporcionar estabilidad macroeconómica al país y, con ello, disminuir el fenómeno económico en mención.
Entre las medidas que distinguieron al cambio de la estrategia económica de México se encuentra la desgravación arancelaria, en el que destaca de manera particular la desgravación de los farmoquímicos, disposición que provocó una notable contracción del número de empresas productoras de estas materias primas para la industria farmacéutica, pues de 94 empresas establecidas en el país en 1987 se pasó a 34 en 1998, lo que significó un decrecimiento de la participación al PIB farmacéutico por parte de los farmoquímicos[4].
Debido a esta circunstancia, a partir de esos años se empezó a observar que la dependencia de la importación de materias primas empezó a ser considerable, lo que generó un efecto en la propia elaboración de medicamentos, pues con una tipo de cambio al alza –como el observado a partir de mediados de los noventa- impactó en el costo de la manufactura de los medicamentos de nuestro país, al mismo tiempo que generó un déficit comercial del sector farmacéutico entre 1990 y 1998, en el que los farmoquímicos aportaron más de 15 mil millones de dólares.
Frente al reto que habrá de enfrentar la industria farmacéutica establecida en México, de atender la demanda de bienes orientados a hacer frente a la prevalencia de padecimientos de nuestra población –síndrome metabólico (diabetes e hipertensión arterial), diversos tipos de cánceres (mama, cervicouterino, colon), cardiopatías-, se hace necesario constituir una política de fomento económico, en un mundo de apertura comercial diferente a la época en que predominaba la sustitución de importaciones, en el que se fortalezca la cadena de valor del sector farmacéutico y el encadenamiento de las industrias farmoquímica y farmacéutica.
En una segunda entrega, revisaremos la situación del sector y la importancia de la industria farmoquímica en una estrategia de desarrollo sectorial.
Explicación: