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Los restos arqueológicos encontrados, tanto en el valle de México como en las zonas marginales, demuestran la existencia de un hombre paleolítico habitando esta región. Los más importantes hallazgos son el hombre de Tepexpan y las cuevas de Tamaulipas. Posteriormente el valle de México estuvo habitado por unos pueblos cuya cultura ha sido llamada arcaica o preclásica, que puede tener su origen en las tierras bajas junto al Golfo de México y que se extiende aproximadamente de 1400 a 400 a. C. Eran pueblos agrícolas que cultivaban el maíz y el algodón y posiblemente la calabaza y el fríjol. Vivían en aldeas que llegaron a convertirse en auténticas ciudades. Los restos más importantes de este periodo son los de la pirámide de Cuicuilco, de planta casi circular y a la que se ascendía por una rampa y una escalera. Características de este periodo son las figuritas de cerámica que presentan muy diferentes actitudes y cuya finalidad es discutida y una variada gama de vasijas de cerámica, muchas de las cuales presentan los tres pies típicos de la cerámica mesoamericana. La decoración es generalmente geométrica. Los restos de templos demuestran la existencia de un sacerdocio y de un panteón muy primitivo.
La cultura de Teotihuacán
También en este periodo arcaico se inicia la cultura de Teotihuacán, ciudad donde se hallan las pirámides más importantes de toda América y que presenta grandes enigmas en cuanto a su origen y sus constructores. Jiménez Moreno supone que estos fueron antiguos totonacas y no toltecas como se creía tradicionalmente. Teotihuacán fue una gran ciudad, ya que solamente el centro ceremonial tenía una longitud de 2 km. y medio y 1 km. de anchura. Construcciones civiles rodeaban este centro. En ella son importantes las pirámides del Sol y de la Luna y el templo de Quetzalcoatl, riquísimamente decorado con serpientes, conchas y caracoles.
Los restos de cerámica y escultura, junto con esta arquitectura, demuestran un esplendor cultural que alcanzó su punto culminante en el periodo clásico. Esta ciudad fue destruida por incursiones de tribus del N. impulsadas por los toltecas hacia el año 800 después de Cristo. Este pueblo, conducido por Mixcoalt, llegó al valle de México, fijando su residencia en Culhuacán. Posteriormente el hijo de Mixcoalt, Topiltzin, fundó Tula, cerca de Teotihuacán, en el siglo IX de Cristo. Como consecuencia de un conflicto religioso pocos años después, un grupo de sacerdotes y guerreros abandonó Tula y se estableció en la ciudad maya de Chichen-Itzá, en el Yucatán, con lo que el influjo de la cultura tolteca fue extraordinario en esta zona.
Su arquitectura empleaba con frecuencia las columnas talladas en forma de serpientes emplumadas y los atlantes, como se observa en el templo de Tlahuizcalpantecuhtli, en Tula, cuyo dintel esta sostenido por cuatro guerreros. En escultura son características las figuras conocidas con el nombre de Chac-mool, que representan hombres recostados, generalmente con las rodillas flexionadas, y sobre cuyo significado hay variadas hipótesis. La más típica cerámica tolteca es la mazapa con una bola roja en el borde del vaso color crema.
La ciudad de Tula a mediados del siglo XII, fue destruida por nuevas hordas de bárbaros del N., llamados en conjunto chichimecas, quienes, conducidos por Xolotl, después de sedentarizarse se instalaron en Tenayuca e iniciaron una dinastía que trasladó su capital a Texcoco. Los toltecas vuelven a refugiarse en Culhuacán, que fue destruida más tarde por los tecpanecas de Azcapotzalco, en alianza con las últimas tribus llegadas, los aztecas, de lengua nahuatl. Este pueblo, que se instaló en Tenochtitlán, se hizo pronto dueño de todo el valle de México.