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Respuesta:
El gato Pío y el perro Pablo fueron muy amigos en la escuela de la selva. Extraordinarias aventuras compartieron en su infancia. Cuando crecieron, cada cual siguió su camino. El gato Pío empezó vendiendo especias en la plaza pública y con los años se convirtió en un rico mercader que iba hasta las ciudades de los lejanos desiertos en busca de piedras preciosas, finas telas y perfumes.
Por su parte, el perro Pablo con su pincel fue plasmando en el óleo un mundo colorido, original y maravilloso. Cuando el gato Pío pasó por su aldea, fue a saludar a su viejo amigo. Grato fue el encuentro. Cada cual contó su historia. Ambos recordaron los buenos tiempos y saborearon el vino de la amistad.
El gato Pío vio los cuadros de su amigo y los elogió, salvedad hecha de uno más pequeño en el que se veía a un pintor en medio de las sombras, luchando contra ellas. El gato le dijo:
- Este no me gusta. Todos los demás son excelentes y los compro al precio que tu digas.
Pablo le tenía mucha estima a ese cuadro, pues le había puesto mucho empeño y dedicado mucho tiempo. Para él, este cuadro reflejaba su propia vida. Así que le respondió:
+ El único cuadro que está en venta es el del pintor y sus sombras. Pero para ti, ninguno está en venta.
El gato Pío se despidió fríamente de su viejo amigo, y nunca mas volvieron a encontrarse.