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bueno por ejemplo la de la llorona solo búscala en internet es mucho pensar
sebaria:
pero esq debo inventarla
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La historia de Tristán Alzures y el fantasma de su padre
En una bella casa ubicada en un estrecho callejón vivía por aquel entonces Tristán Alzures, un joven que había heredado renombre, fama y dinero gracias al buen hacer de su padre. Y es que nuestro protagonista no era otro que el primogénito de don Tristán, quien había llegado al Nuevo Mundo para probar suerte como mercader. Y la suerte le sonrió. No solo hizo fortuna, si no que fue una de las figuras más respetadas de la ciudad dejando a su muerte un legado de ejemplo, de buen cristiano, ya que, en vida, siempre se desvivía por los demás, ayudando al más necesitado. Tan grande fue su corazón, que apenas llevaba unas horas enterrado y el barrio ya le estaba homenajeando poniendo el nombre Alzures al callejón donde había vivido.
Su hijo, Tristán, también tenía fama de buen muchacho. Se hizo cargo del negocio de su padre con maestría y profesionalidad. Era poco dado a la vida licenciosa. Sí le gustaba vivir aventuras, pero desde el sofá y con un buen libro entre las manos. Todo parecía que marchaba bien, pero ya se sabe, si uno no tiene problemas acaba por buscárselos. Así fue como el joven no paraba de darle vueltas al fantasma que se aparecía en su estrecha calle y que acabó por empezar a ser conocido como el callejón del muerto entre los vecinos por las visitas nocturnas que este hacía.
En una bella casa ubicada en un estrecho callejón vivía por aquel entonces Tristán Alzures, un joven que había heredado renombre, fama y dinero gracias al buen hacer de su padre. Y es que nuestro protagonista no era otro que el primogénito de don Tristán, quien había llegado al Nuevo Mundo para probar suerte como mercader. Y la suerte le sonrió. No solo hizo fortuna, si no que fue una de las figuras más respetadas de la ciudad dejando a su muerte un legado de ejemplo, de buen cristiano, ya que, en vida, siempre se desvivía por los demás, ayudando al más necesitado. Tan grande fue su corazón, que apenas llevaba unas horas enterrado y el barrio ya le estaba homenajeando poniendo el nombre Alzures al callejón donde había vivido.
Su hijo, Tristán, también tenía fama de buen muchacho. Se hizo cargo del negocio de su padre con maestría y profesionalidad. Era poco dado a la vida licenciosa. Sí le gustaba vivir aventuras, pero desde el sofá y con un buen libro entre las manos. Todo parecía que marchaba bien, pero ya se sabe, si uno no tiene problemas acaba por buscárselos. Así fue como el joven no paraba de darle vueltas al fantasma que se aparecía en su estrecha calle y que acabó por empezar a ser conocido como el callejón del muerto entre los vecinos por las visitas nocturnas que este hacía.
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