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Texto finalizado el 16 de diciembre de 2019. Esta Nota Internacional es el resultado de una reflexión colectiva por parte del equipo de investigación de CIDOB en colaboración con EsadeGeo. Coordinada y editada por Eduard Soler i Lecha, se ha beneficiado de las contribuciones de Hannah Abdullah, Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Ana Ballesteros, Pol Bargués, Moussa Bourekba, Carmen Claudín, Carme Colomina, Anna Estrada, Francesc Fàbregues, Oriol Farrés, Agustí Fernández de Losada, Blanca Garcés, Eva Garcia, Francis Ghilès, Sean Golden, Rafael Martínez, Óscar Mateos, Sergio Maydeu, Pol Morillas, Diego Muro, Yolanda Onghena, Francesco Pasetti, Enrique Rueda, Olatz Ribera, Jordi Quero, Héctor Sánchez, Ángel Saz, Cristina Serrano, Marie Vandendriessche y Lorenzo Vidal.
Empieza un nuevo año y también una nueva década. 2020 nos invitará a pensar no sólo en los retos inmediatos sino también en aquellos que se plantean a medio y largo plazo. Dejamos un 2019 con protestas ciudadanas en las calles de medio mundo, sin que haya estallado todavía la crisis económica que tantos decían que estaba al caer, con nuevas muestras de la errática política exterior de Donald Trump al frente de la que sigue siendo la principal potencia global y con un nivel de concienciación cada vez mayor sobre la emergencia climática y la brecha de género.
¿Cómo será el mundo en 2020? ¿Qué grandes retos van a marcar la década que ahora empieza? Estas cuestiones pueden resumirse en tres palabras: desorientación, desigualdad y desincronización. Estamos ante un mundo desorientado por la falta de referentes sólidos: fallan o se cuestionan unas instituciones que a menudo se muestran incapaces de canalizar las frustraciones de amplias capas de la población, de aliviar sus miedos y de apuntalar sus esperanzas. Y esta desorientación provoca perplejidad, o lo que es lo mismo, la incapacidad de tomar decisiones a tiempo.
También es un mundo desigual en más de un sentido: hablamos de la desigualdad entre países y, sobre todo, dentro de cada una de las sociedades, entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco; de la desigualdad de género, ámbito en que los niveles de concienciación y movilización son cada vez mayores, aunque los avances sean demasiado lentos y se detengan por el auge de fuerzas políticas o sociales regresivas. La desigualdad es también territorial, bien sea dentro de una misma ciudad, o entre aquellas zonas de un país bien conectadas y las que han quedado en el olvido. La quinta desigualdad es la generacional, no solo material sino también de expectativas.
Fruto de estas desigualdades, pero también de la aceleración de los cambios tecnológicos, tendremos un mundo desincronizado. En otras palabras, que avanza a ritmos muy distintos. Existe desincronización global y desincronización social. Incluso podría hablarse de una nueva forma de desigualdad entre quienes se hallan preparados para la aceleración y aquellos que temen quedarse descolgados y se sienten aterrados ante la ausencia de una red de seguridad que amortigüe el golpe.
Como cada año, este ejercicio pone el foco en diez temas de la agenda global, que llega especialmente cargada, bien sea por motivos de calendario —las elecciones en Estados Unidos son el ejemplo más claro— o bien por los indicios de que las fuerzas de cambio van a ser más poderosas o más visibles este año.
Explicación:
Respuesta: el coronavirus y las abejas asesinas xd
Explicación: me pones de mejor respuesta porfa lo necesito