Respuestas
Respuesta:No me propongo denunciar las traiciones del lenguaje ni
resolver o eliminar la ambigüedad, sino entenderla. La hipótesis
que me propongo examinar es que la ambigüedad de
nuestro vocabulario político proviene del hecho de que ha sido
obligado, durante cerca de cinco siglos, a servir a dos amos.
Michael Oakeshott, La política de la fe y la política del escepticismo, (1998:48).
Pedir o predicar precisión mecánica, así sea en principio,
en un terreno donde es imposible, significa estar
ciego y extraviar a otros. Siempre está, además, la parte
desempeñada por la pura suerte, de que –cosa bastante
misteriosa- los hombres de buen juicio parecen disfrutar
más a menudo que los demás. Acaso valga
también la pena reflexionar acerca de esto.
Isaiah Berlin, Sobre el juicio político, Vuelta, (1996:16).
Noé Hernández Cortez
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Sede México.
I
En su ensayo Gobernar en bicicleta Jesús Silva Herzog Márquez[1] nos recuerda el célebre ensayo de Gabriel Zaid Cómo leer en bicicleta[2]. La lección de Zaid viene bien al tema del ensayo de Herzog: la política de la fe y la política del escepticismo de Michael Oakeshott. La política para Oakeshott no es una ingeniería como piensan los racionalistas. Tampoco la política es una lectura en donde se pueda profetizar sobre el rumbo que tomarán las acciones de los líderes políticos. Contra la creencia de la ciencia política que intenta descifrar la conducta de los políticos por medio de reglas geométricas, Oakeshott le opone el sano escepticismo del padre del ensayo: Montaigne.
Isaiah Berlin descreía también del entendimiento de la política como una “precisión mecánica”. En su ensayo Sobre el juicio político[3] Berlin descree de la existencia de una ciencia política que revele las coordenadas geométricas bien trazadas de los comportamientos de los líderes políticos. Al igual que Oakeshott, Isaiah Berlin huye de las grandes construcciones racionales de la política que pretenden explicar la orientación ingenieril de la misma. De forma similar al estilo de Montaigne, Oakeshott y Berlin dejaron sus reflexiones políticas no en grandes tratados, sino más bien en las formas ondulantes del ensayo.
No es casual que en México uno de los representantes de este talante liberal, Jesús Silva Herzog Márquez, mire a la política como la ironía de la idiotez de lo perfecto y nos exprese sus ideas en las formas ondulantes del ensayo, como el propio Herzog nos advierte con los versos de Wislawa Szymborska en su ensayo sobre el liberalismo trágico que versa sobre Isaiah Berlin, que al hombre se le ha sido negado la perfección de la cebolla:
Lo de la cebolla, eso sí lo entiendo,
el vientre más bello del mundo:
se envuelve a sí mismo en aureolas
para su propia gloria.
En nosotros: grasas, nervios, venas,
secreciones y secretos.
Y se nos ha denegado
la idiotez de lo perfecto.[4]
Partimos entonces de la hipótesis de que la política es la hechura de lo imperfecto y por lo tanto difícil de asir en un modelo racional que explique a detalle la mecánica de la acción política. En ese sentido, para asomarnos a los discursos de dos líderes políticos mundiales como son Bush y Obama, seguimos la idea de la política como algo imprevisible, azaroso e imperfecto.