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Las liposolubles están presentes en una amplia gama de comidas. Por ejemplo en el huevo, el que se puede preparar ya sea revuelto, a la ostra o frito, el cual aportará al crecimiento y actuará como antioxidante.
Los vegetales como la zanahoria también te reportarán los beneficios de este tipo de vitaminas. Una buena idea es mezclarla con distintas comidas, al igual que el brócoli que se puede preparar como ensalada. Otro habitual acompañante de nuestros platos es la lechuga, que también cabe en esta clasificación.
La leche, el yogurth, el queso y todos los derivados de los lácteos aportan vitamina D, contribuyendo a la regulación del metabolismo del calcio y del fósforo. Por lo tanto un desayuno en donde esté presente alguno de los productos ya mencionados es una alternativa que tu cuerpo agradecerá.
A la hora de la cena el pan integral debe estar presente. Su consumo te reportará vitamina E, que protege los ácidos grasos, actúa como antioxidante natural y estabiliza las membranas celulares. Los aceites vegetales, la yema del huevo, el cacahuate y los cocos también contienen vitamina E.