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Respuesta:A pesar de las largas tensiones con los Estados Unidos, México fue un valioso socio para su vecino del norte y uno de los –quizás menos reconocidos- Poderes Aliados vencedores en la Segunda Guerra Mundial. Su intervención incrementó su producción industrial y aportó recursos vitales al esfuerzo de la guerra aliada.
Luego de cortar relaciones diplomáticas con Japón, Alemania e Italia, en junio de 1942 el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho emitió una declaración formal de guerra contra los poderes del Eje, tras sufrir el hundimiento de dos petroleros mexicanos en el Golfo de México, por parte de submarinos alemanes. Aunque el gobierno aprobó la Ley del Servicio Militar Obligatorio en agosto de 1942, Ávila Camacho dejó en claro que la participación de México en la guerra se limitaría a la asistencia económica y material. Pero con el tiempo, el presidente mexicano buscó un papel mayor en la estrategia de guerra y decidió que la participación militar sería la mejor manera de lograrlo.
El gobierno mexicano creó el Escuadrón 201, conocido como las Águilas Aztecas, que realizó 795 salidas de combate y registró casi 2.000 horas de vuelo junto a la Fuerza Aérea de EE.UU. durante la liberación de Filipinas en 1945. A su vez, cientos de miles de trabajadores agrícolas cruzaron la frontera para trabajar para las compañías agrícolas estadounidenses como parte del Programa Bracero y se estima que alrededor de 15.000 ciudadanos mexicanos sirvieron en el ejército de los Estados Unidos durante el período de enfrentamientos.
Durante la guerra, México proporcionó más recursos estratégicos a los Estados Unidos que cualquier otra nación latinoamericana y, con la ayuda de su vecino del norte, triplicó su ingreso nacional entre 1940 y 1946 y su economía creció a una tasa promedio del 6 por ciento anual entre 1940 y 1970.
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