Respuestas
Respuesta:
En hospital de sangre la iglesia se convierte;
en un confesonario un herido agoniza
y la metralla sigue vomitando la muerte
y del humus no queda sino lodo y ceniza.
Los cirujanos tajan, remiendan entre el ruido
del cañón y aturdidas corren las enfermeras;
a un moribundo un cura auxilia compungido
y de la iglesia en torno gritan vivas y mueras.
Derriba una granada parte de la techumbre;
las puertas con estrépito se abren; negro río
de soldados penetra torrente de una cumbre
y en el fondo del templo, sobre el altar sombrío,
a la luz temblorosa de lámparas murientes
un Cristo abre los brazos, sus brazos impotentes.
Respuesta:
Las campanas
yo las amo, yo las oigo,
cual oigo el rumor del viento,
el murmurar de la fuente
o el balido del cordero.
Como los pájaros, ellas,
tan pronto asoma en los cielos
el primer rayo del alba,
le saludan con sus ecos.
Y en sus notas, que van prolongándose
por los llanos y los cerros,
hay algo de candoroso,
de apacible y de halagüeño.
Si por siempre enmudecieran,
¡qué tristeza en el aire y el cielo!
¡qué silencio en las iglesias!
¡qué extrañeza entre los muertos
Explicación: