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Francisco Pizarro
Conquistador del Perú
VII. La caída del Imperio Inca
El Imperio Inca caía. La guerra civil había roto su unidad; Atahualpa prisionero, la nación Inca cayó en la anarquía.
Pizarro cenó la noche misma de la batalla con el emperador caído, asegurándole que no había nada que temer. Algunos días más tarde, Atahualpa hizo una oferta a Pizarro: una gran cantidad de oro a cambio de su libertad; tanto oro que podría llenar su celda.
Viendo a su soberano y a los otros dignatarios Incas impotentes frente a los españoles, los indios comenzaron a interesarse en la religión que los recién llegados intentaban imponerles. Una religión que pregonaba la caridad y la clemencia, nociones poco conocidas en este país.
Hernando de Soto y Pedro del Barco, acompañados por los mensajeros del Inca, regresaron con el oro que cubría los muros de los templos. Sobre el camino encontraron un grupo de indios que habían hecho prisionero a Huascar, el Inca legítimo. Éste último ofreció a los españoles un rescate más importante que el prometido por su hermano.
Sabiendo eso, Atahualpa lo hizo asesinar. Su cadáver fue tirado a las aguas del río Andamarca.
A la llegada del tesoro a Cajamarca, Pizarro lo repartió entre sus hombres y la Corona. Fue Hernando Pizarro quien estuvo a cargo de llevar un quinto de las riquezas al rey de España.
Pizarro había dejado a Atahualpa en una semi-libertad. El Inca continuaba dando órdenes para la buena marcha de su imperio. Pero rumores alarmantes circulaban sobre la preparación de una rebelión.
Unos generales incas, entre ellos el hermano de Atahualpa, Titi Atauchi, preparaban el ataque a Cajamarca. Atahualpa fue entonces juzgado culpable de traición, de haber usurpado su función y de haber hecho asesinar a su hermano Huascar, el Inca legítimo, así como a los miembros de su familia. Se le condenó igualmente por haber exterminado cruelmente a sus enemigos y por haberse vuelto culpable de idolatría. Atahualpa fue condenado a muerte.
Pizarro aceptó de mala gana la sentencia. Sin embargo dio a Atahualpa la posibilidad de "salvar su alma".
El 29 de agosto de 1533, el hermano Vicente Valverde bautizó a Atahualpa antes de fuera ahorcado en lugar de ser quemado en la hoguera. Su cuerpo fue inhumado en la iglesia San Francisco al día siguiente.
Después de la ejecución, Francisco Pizarro se puso a llorar como un niño y portará el duelo durante varios días.
Con la muerte del Inca, el Imperio se disgregó totalmente: Era la anarquía; los pueblos sometidos se rebelaban. Para evitar el caos, Pizarro decidió nombrar un nuevo Inca, un hermano de Huascar y de Atahualpa, Titi Cussi Hualpa Yupanqui.
Después Pizarro decidió marchar sobre Cuzco, la capital del Imperio. En camino, dominó fácilmente las últimas rebeliones indígenas. A las puertas de la capital, recibió el apoyo de los indios fieles a Huascar y el 15 de noviembre de 1533 los españoles entraban en Cuzco.
Manco, quien sucedía a su hermano que acababa de morir, fue bautizado. Con la cristianización del Inca comenzó la de todo el Imperio.
Sobre las ruinas de la capital, se comenzó a edificar iglesias y residencias españolas. Nuevas ciudades fueron fundadas, así como la nueva capital del Virreynato del Perú, Ciudad de los Reyes, el 18 de enero de 1536. Situada cerca del mar, en proximidad del puerto de Callao, la nueva capital (que más tarde se llamará Lima), se encontraba en un entorno más favorable, tanto desde el punto de vista natural como político.
Francisco Pizarro González, Marqués (Trujillo, Corona de Castilla, 16 de marzo de14781 — Lima, Perú, 26 de junio de 1541), adelantado, fue el explorador y conquistadorespañol del Perú,3 gobernador de Nueva Castilla (actual territorio peruano) con sede de gobierno en La ciudad de los reyes (Lima). Es recordado por haber logrado imponerse sobre el Imperio incaico con ayuda de diversos cacicazgos locales, conquistando el mencionado estado imperial cuyo centro de gobierno se ubicaba en el hoy Perú, y estableciendo una dependencia española sobre él. Si bien tuvo el título de marqués, fue "marqués sin marquesado";4 sus descendientes tuvieron el título de marqueses de la Conquista.5 Sin embargo, es muy posible que le fuera concedido el título de marqués de los Atavillos, siendo este el título utilizado por el cronista don Francisco López de Gomara en su Historia General de las Indias, capítulo CXXXII. También fue referido como Marqués por Pedro Cieza de León en su libro la Chrónica del Perú. Para sus huestes indígenas era conocido como Apu (Jefe, Señor, General) o Machu Capitán(Viejo Capitán).6