• Asignatura: Historia
  • Autor: pereyramara109
  • hace 8 años

Q lugar acupaba américa latina en el orden neocolonial? Y Europa?

Respuestas

Respuesta dada por: fatimajimenezgomez
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¿Por qué la población del Chocó es mayoritariamente negra? ¿Por qué teniendo más de 65 lenguas vernáculas vivas en Colombia, el español es la lengua hegemónica? ¿Qué pilares fundamentaron la construcción del estado moderno latinoamericano? ¿Somos racistas los colombianos, o tan solo clasistas? ¿En qué se funda el derecho, en la paz, en la justicia o en la propiedad privada? ¿Qué es lo moderno, por qué lo es y cuáles son sus fundamentos? ¿Hay un reverso de la modernidad?

A innumerables dudas, innumerables respuestas. Sí, podríamos afirmar que esta avalancha de preguntas parece inconexa y que sería necesario remitirse a distintas ramas del saber para poder explicarlas una a una. ¿Qué respuesta es la atinada? ¿Hay preguntas con truco? El truco, asumo, es encontrar una línea argumental que pueda anudar todas estas dudas, como la trama de una serie de suspenso en la que la latencia invisible del argumento crucial se nos desvela de repente, aunque desde el principio hubiésemos intuido la razón primigenia del conflicto. Con ello me refiero a que estas cuestiones, al parecer disociadas entre sí, pueden conjugarse, organizarse y encontrar una explicación, sino deseada, al menos convincente y esclarecedora en los escritos del llamado grupo Modernidad/Colonialidad.

Entre finales del siglo XX y principios del XXI, un conjunto de intelectuales latinoamericanos de las más diversas procedencias confluyó en distintos encuentros académicos y congresos, de los que, afortunadamente y a manera de tesis, surgió uno de los libros que marcarían un antes y un después en el devenir del pensamiento filosófico y cultural latinoamericano. Influidos por la filosofía de la liberación, empapados en las teorías del sistema-mundo y bajo la ancha y refrescante sombra de los estudios poscoloniales y feministas, se compiló La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales: perspectivas latinoamericanas, libro que llevaría a replantear los términos absolutos en los que las ciencias sociales, la economía, el estado, la política y prácticamente todos los ámbitos de la vida social han sido entendidas. Y todo ello con el fin de comprender la accidentada y compleja situación histórica de los países latinoamericanos dentro de la tesitura geopolítica neoliberal, más allá de las singularidades nacionales.

En ese sentido apunta la palabra colonialidad: el término hace referencia a la cara, deliberadamente oculta y a cuya exposición apremian los autores, de lo que hoy en día entendemos por modernidad: no la producción material y automatizada de objetos, ni el avasallador desarrollo de las telecomunicaciones y la informática, ni tan siquiera los casi milagrosos avances en la curación de enfermedades que hace siglos diezmaban poblaciones. No. Aquí de lo que se trata es de explicar la matriz de pensamiento, la epistemología base que ha llevado a globalizar conceptos como “progreso”, “civilización”, “modernidad” o “evolución”, que han propiciado, a costa de crímenes ensordecedores, tales avances.

La colonización europea de las Américas (y, posteriormente, del globo entero) tuvo como premisa la supuesta supremacía racial y de género basada en la religión, que más tarde degeneró en teorías sociales, antropológicas y filosóficas absolutistas que convirtieron y redujeron al otro, al negro, al indio, al mestizo, a la mujer, a ser el engranaje silencioso y oprimido de los mecanismos de producción capitalista, galvanizando aquel infame holocausto cultural y poblacional con el “oro” de la “cristianización”. Desde Descartes, pasando por Kant, Hegel y Marx, la filosofía europea, recogiendo el testigo de los conquistadores, fue el ristre de una lanza intelectual encargada de presentar a los seres humanos que vivían en la ignominia de la destrucción material y espiritual de sus culturas, saberes y lenguas como animales incapaces de un pensamiento racional, de construir sistemas de organización social y política y de crear espacios simbólicos y afectivos acordes a sus necesidades y cosmogonías. En virtud del dualismo monoteísta que separó el alma del cuerpo, se gestó un sistema de valores que, haciendo tabula rasa, corporizaba, inferiorizando, a los esclavizados mientras dotaba de alma e intelecto, inversamente proporcional a su barbaridad, a los conquistadores. Algo que, con el nombre de “neocolonialismo”, sigue aconteciendo en las guerras que Occidente lleva a cabo en Oriente Medio.

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