Respuestas
Respuesta:
Explicacas Islas Malvinas siempre fueron argentinas, pero antes, cuando niños, lo eran mucho más. Es que entonces eso no se cuestionaba, las dibujábamos en el mapa como cualquier provincia. Por entonces formaban parte del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida Argentina e Islas del Atlántico Sur.
Las maestras, primero, y las profes de geografía, después, nos explicaron que las Malvinas integraban un conglomerado de islas entre las que estaban las Orcadas y las Sandwich del Sur, dos simpáticos nombres, fáciles de recordar.
En los mapas que comprábamos en la librería, o simplemente en los que calcábamos, las seños no te perdonaban que no estuvieran todos esos territorios. En ellos, el triángulo de la Antártida se nos antojaba un cucurucho de helado, en feliz coincidencia con el frío permanente de esa región.
¿Y las Malvinas?, me preguntó un día la seño Norma. “Ahí, abajo”, le contesté. Es que había adornado el mapa con bolitas de papel crepé y eran tan chiquitas que las tapé.
En quinto grado, aprendimos con orgullo a cantar “Tras un manto de neblina…”, y la letra se nos hizo carne, sentimiento, pasión. A medida que íbamos formando criterio, entendíamos el valor de esas dos alitas que flotaban en el mar del sur nacional.
De pronto, fruto de ese machacar, en el colectivo nacional se instaló con ansiedad la necesidad de recuperarlas. Sólo un gigantesco sentimiento compartido por tantos pudo permitir el aval que dimos a la locura de Leopoldo Galtieri de llevarnos a una delirante guerra.
Visto hoy, fue a todas luces un choque desigual, un conflicto en el que se podía perder todo y no se podía ganar nada. Allí fueron muchos de mis amigos cordobeses, apenas dos años más grandes que yo, junto con muchachitos inocentes que apenas salían del servicio militar y no sabían ni hacerse un huevo frito. Algunos no volvieron; otros, lo hicieron a medias.
Mientras, los que nos quedamos festejábamos las mentiras que pasaban las radios en los escuetos comunicados del gobierno, escribíamos cartitas para los soldados y no les creíamos a los hijos de los radioaficionados o a los propietarios de esas poderosas Tonomac capaces de sintonizar emisoras de Uruguay, cuando nos advertían, sin vueltas, sobre la supuesta paliza que estaban sufriendo nuestros muchachos.
En ese contexto de falsedad local, la rendición nos llegó por sorpresa. ¿Cómo? Si veníamos ganando por goleada, ¿cómo es que nos metieron una andanada de goles a última hora?
“Era en abril y el ritmo tiiibio, de mi chiquiiito que danzaba…”, cantábamos por entonces, y con la tristeza de esa canción tratábamos de acompañar el dolor de haber perdido.
Enseguida vendría el Mundial de España y, trascartón, el mejor consuelo para el país entero: el fracaso bélico había abierto las puertas al regreso de la democracia y ponía punto final a la dictadura más oscura.
Por eso, estoy convencido, las Islas Malvinas siempre fueron argentinas, pero antes, cuando niños, lo eran mucho más.ión: