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fue un conflicto bélico desarrollado en 1982 entre Argentina y Reino Unido por la disputa de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Se calcula que murieron 649 argentinos, 255 británicos y tres isleños. Fue una conflagración inusitada y la primera guerra de Argentina en más de cien años.
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En febrero de 1982, el hoy contraalmirante retirado José Luciano Acuña, entonces capitán de fragata, se presentó en la base naval de Puerto Belgrano, a donde había sido destinado a fines de 1981, tras una breve licencia por la muerte de su esposa. A poco de llegar a su nuevo destino, fue asignado como comandante del buque de desembarco de tanques "Cabo San Antonio" y notó que "había una actividad que no era normal para esa altura del año". Las prácticas y preparativos que les eran ordenados alimentaban todo tipo de especulaciones entre los propios marinos.
"A mediados del mes de marzo me mandaron al Golfo San José, al norte de Península de Valdez", cuenta Acuña: embarcó al Batallón de Infantería de Marina N° 2 en el "Cabo San Antonio" y realizaron una serie de operaciones de práctica, que por su precisión ayudaron a alimentar aún más los rumores sobre la proximidad de una operación militar. Sin embargo, como el resto de los comandantes navales de esa época, Acuña no tenía la menor idea de lo que se estaba gestando: "Uno de los méritos que tenía la Operación Rosario es que pudimos guardar tanto secreto que el enemigo no se enteró. Cosa que es dificilísimo ante un servicio de inteligencia tan bueno como el británico", explica. Pero su intuición comenzaba a vislumbrar lo que sería su futuro próximo.
Tras las prácticas en Golfo San José, el "Cabo San Antonio" regresó a Puerto Belgrano y desembarcó los vehículos anfibios y las tropas. Pocos días después, cuando se conoció la orden de volver a embarcar, sumando esta vez a tropas del Ejército, todos avizoraron la proximidad del comienzo de la guerra.
El 28 de marzo fue un día radiante: "un día que da gusto ser marino", recuerda Acuña, quien zarpó con la flota ese mañana aunque todavía sin tener certezas sobre cuál sería su destino final. Antes de partir, el comandante de la flota, el contraalmirante Carlos Büsser, le entregó cinco sobres lacrados con el mandato de esperar órdenes para abrirlos, según se le indicara. Al llegar a bordo, un oficial trató de convencerlo de abrir el primer sobre y ver su contenido, algo que él descartó: "Cuando llegue la orden lo vamos a abrir", respondió.
La orden de abrir el sobre número 5 llegó cuando el "Cabo San Antonio" estaba en el punto donde comienza el canal de acceso a Puerto Belgrano: "En ese momento me enteré que formaba parte del grupo de tareas que iba a recuperar las Islas Malvinas", cuenta el marino. "Yo nunca supuse que iba a tener tanta responsabilidad. Me había estado preparando desde 1954 para esto", añade Acuña, quien al recibir la noticia cayó en la cuenta de que apenas conocía a su tripulación -acababa de ser transferido- y atravesaba el duelo por la repentina muerte de su esposa. "No quería que mis oficiales miraran y vieran a un viudo lloroso", sostiene al recordar cómo debió buscar fuerzas dentro de sí mismo.
El desembarco de los cerca de 400 infantes de Marina y Ejército que se encontraban a bordo quedó programado para "el día D a la hora H". Una vez que supo su destino, Acuña se lo comunicó a la tripulación y comenzó a navegar rumbo a Malvinas, con una trayectoria oblicua: debía evitar que los barcos que navegaban cerca la costa los vieran, pero también a los pesqueros que suelen navegar cerca de la zona de las 200 millas.
El 29 de marzo, el tiempo comenzó a desmejorar: "el 29, el 30 y el 31 soportamos un temporal del suroeste que nunca en mi vida había tenido que afrontar". El buque de desembarco de tropas y tanques Cabo San Antonio tenía portalones que se abren y bajan para permitir el desembarco, pero no muy resistentes a los "golpes de mar". Acuña sabía que "dos buques gemelos habían tenido problemas en un temporal y no habían podido abrir las compuertas", por lo que debió navegar evitando que se dañaran. "En ese temporal me di cuenta que tenía una tripulación muy marinera", explica.