Respuestas
Respuesta:
– La experiencia debe intentarse después de comer de forma abundante o justo al despertarse, un día en el que nos sintamos especialmente perezosos y con pocas o ninguna gana de levantarnos.
– Estaremos boca arriba o de lado, lo que nos resulte más cómodo.
– Debemos visualizar, a nivel del entrecejo o bien en la coronilla, donde habitualmente se colocan el sexto y séptimo chacra, una escotilla o puerta capaz de internarse en nuestro cerebro. Podemos imaginarla de la forma que queramos, pero siempre con la sensación o certeza de que se trata de una puerta.
– Respiraremos de forma profunda y rítmica, siempre con los ojos cerrados, pero procurando girarlos un poco hacia atrás, como si mirásemos a algo que está colocado ligeramente por encima y hacia nuestra espalda.
– El siguiente paso, si hemos sido disciplinados y la técnica sigue su proceso natural, será el de poder ver o percibir a través de nuestros párpados cerrados, captando una luz tenue de un suave dorado. Podemos ver destellos, fogonazos, puntitos luminosos, siluetas, etc., y percatarnos de ruidos diversos, algunos de los cuales pueden llegar a ser atronadores. Este punto parece estar directamente relacionado con las sensaciones de aceleración y la percepción de zumbidos.
Explicación:
Para entonces debemos estar notando la existencia de los dos cuerpos, el físico y el astral. Aquí es donde Fox recomienda emplear toda nuestra fuerza de voluntad para obligar a nuestro doble a pasar «por la escotilla cerebral», la que hemos imaginado en nuestra cabeza. «Le parecerá que su yo incorpóreo, que coincidía con su prisión física, ahora sube velozmente por su cuerpo y se condensa en ese punto pineal dentro de su cerebro, mientras la pálida luz dorada se intensifica, hasta convertirse en un glorioso resplandor, y un auténtico infierno de sonidos extraños penetra en sus oídos».