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Respuesta:
Para que se produzca el desequilibrio ecológico deben darse dos factores importantes: por un lado debe darse una perturbación externa al medio, ya sea de origen natural (por ejemplo un sepultamiento) o antrópico (contaminación, explotación de recursos, etc). Por otro lado, esa perturbación debe superar la capacidad de regulación del ecosistema, que dependerá directamente de la capacidad de resiliencia o adaptación que los elementos afectados tengan hacia el agente externo.
Fijándonos en el ejemplo de las relaciones depredador-presa, los seres humanos podemos introducir un nuevo factor en la ecuación: la caza. Si cazamos, se pueden plantear dos posibles escenarios: el primero de ellos es que la población de depredadores de nuestro hipotético ecosistema pueda regenerarse por sí sola. Esto es perfectamente posible, ya que las especies se reproducen siempre por encima de los niveles que un ecosistema puede mantener. Así, sencillamente los "huecos" que dejemos serán rellenados por nuevos individuos. El equilibrio se mantiene.
En un segundo escenario, estaríamos cazando por encima de lo que la población de depredadores es capaz de asumir: por muchos individuos nuevos que se generen, la población disminuye. Al disminuir la población de depredadores, aumentaría exponencialmente la cantidad de presas, que a su vez ocasionarían un daño importante a la cubierta vegetal. La cubierta vegetal es, en muchos casos, responsable de la sujeción del suelo. Sin cubierta vegetal, se da erosión, con el correspondiente empobrecimiento del suelo, que ya no será capaz de sustentar la vida tal y como estaba hasta entonces. Se ha generado así un claro desequilibrio ecológico y un grave problema ambiental.
Respuesta:
hace referencia a el aumento excesivo de uno de los dos, es decir:
cuando hay muchos predadores hay un déficit de presas.